En medio de la incertidumbre generada por los nuevos aranceles impulsados por la administración Trump, Miami se alza como una ciudad resiliente y estratégica para el comercio global. Así lo afirmó Alice Ancona, directora operativa del World Trade Center Miami, quien asegura que, pese a los inevitables impactos, la ciudad cuenta con herramientas únicas para mitigar los efectos de esta llamada «guerra arancelaria».
“Miami es una ciudad que ya ha lidiado con disrupciones globales y ha salido airosa. Durante la pandemia fue una de las pocas metrópolis comerciales que mantuvo niveles operativos altos, con cifras récord en su aeropuerto y un flujo comercial sostenido”, explicó Ancona, subrayando que el ecosistema comercial local no solo sirve a América Latina, sino que es un nodo global con más de 300 zonas de comercio exterior y almacenes aduaneros.
Esta red de apoyo logístico permite amortiguar el impacto de los nuevos aranceles, al reducir el costo de las tarifas y facilitar la importación de productos esenciales. Además, la ciudad se ha anticipado a los cambios, trabajando con socios internacionales incluso antes de que se anunciaran oficialmente las medidas.
Desde Asia y Europa, pasando por Canadá y América Latina, muchos actores del comercio global continúan considerando a Miami como un punto de entrada clave a los Estados Unidos. “Hay muchas preguntas, mucha incertidumbre, pero también mucho interés en seguir operando a través de Miami”, añadió Ancona, haciendo referencia a las conversaciones previas al evento aeroespacial previsto para mayo y la feria de alimentos y bebidas que se celebrará en septiembre.
Por otro lado, economistas como Miguel Alejandro Hayes —en declaraciones recientes a Actualidad 103.9 FM— advierten que las medidas arancelarias podrían tener un efecto negativo en la economía real de Estados Unidos. Según explicó, casi la mitad de las importaciones norteamericanas provienen de filiales de empresas estadounidenses en el extranjero. Esto significa que al imponer tarifas, el país se está castigando a sí mismo. “Es una medida que pretende atraer de vuelta a las industrias, pero lo que genera es incertidumbre y parálisis de la inversión”, afirmó Hayes.
Además, la estructura económica estadounidense depende en gran medida de la inversión extranjera, lo que hace que decisiones como estas —con fundamentos mercantilistas que parecen sacados del siglo XIX— puedan tener consecuencias geopolíticas significativas. De hecho, ya se han visto movimientos en Asia y Europa para crear alianzas sin contar con EE.UU., un hecho que algunos expertos califican como “histórico”.
Aun así, Ancona insiste en que el enfoque debe ser práctico y no apocalíptico: “Esto no es el fin del mundo. Es un reacomodo de las cadenas de suministro. Miami tiene la experiencia, la infraestructura y la flexibilidad para adaptarse”, dijo a Miami Today News.
Así, mientras el mundo debate los efectos de los nuevos aranceles, Miami se presenta como un bastión de estabilidad comercial, con los pies bien plantados en una realidad que muchos apenas comienzan a comprender.
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