El espíritu del choteo, esa suerte de burla que nace de la conciencia crítica popular de los cubanos, ha transmutado en recursos visuales para convertirse en memes gracias a las redes sociales.
En Facabook, Twitter, Instagram y el resto de las aplicaciones que permiten comunicarse a las comunidades sin mediación del Estado, el discurso oficial a menudo se ve castigado por el ingenio y humor de los cubanos, que expresan su juicios, desacuerdo, frustraciones o anhelos a través de imágenes humorísticas.
Aunque es una moda internacional —ya lo advertía el multimillonario tecnológico Elon Musk, que “quien controle los memes, controlará el universo”— los ciudadanos de la isla y sus compatriotas en el exilio han sacado lascas a su realidad y contexto por medio de ese discurso gráfico.
Así sucedió con el anuncio del gobierno sobre nuevas medidas relacionadas con el mercado cambiario en Cuba, interpretadas por la mayoría como el reconocimiento de que la reforma monetaria y cambiaria llamada Ordenamiento fracasó de manera estrepitosa y las autoridades de la isla no tienen un plan económico, sino parches para navegar la crisis.
Las informaciones generaron de inmediato un tsunami de memes que explican el nuevo contexto expuesto por el ministro de Economía, Alejandro Gil, y la ministra presidenta del Banco Central, Marta Sabina Wilson.
En esencia, el gobierno advirtió que a partir de este jueves los bancos y casas de cambio sólo comprarán divisas a la población, incluido el dolar, y comenzarán a vender “más adelante”, no se sabe cuándo.
Anunciaron una nueva tasa de cambio cinco veces superior a la oficial vigente, que devalúa el peso cubano a hasta 0.00833 USD, un duro golpe para los trabajadores asalariados que cargan a cuesta la manutención de sus familias en un ambiente de inflación ascendente.
Durante el programa de la Mesa Redonda, el ministro Gil aclaró que los dólares no podrán convertirse en MLC para acceder a los productos que se comercializan en las tiendas en divisas.
Además, se pasó media hora tratando de escapar ileso de su propia cantinflada sobre el recorrido de la economía desde un supuesto punto A al punto B, cuya línea de partida serían las nuevas medidas.
Tal es el descontento causado por el anuncio que los cibercombatientes —brigadas de seguidores del gobierno que se dedican a defender la revolución en redes sociales— han preferido callar, sabiendo que sus bolsillos también sufrirán la inflación que provocarán las nuevas medidas.
