El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, afirmó este sábado que las labores de limpieza en la capital representan “un antes y un después”, pese a que buena parte de los barrios habaneros continúan inundados de basura.
Las declaraciones del funcionario fueron transmitidas por la Televisión Cubana durante una reunión encabezada por Miguel Díaz-Canel, donde participaron varios dirigentes del Partido Comunista y miembros del Gobierno. En el encuentro se presentaron los resultados de una semana de operativos para intentar enfrentar viejos problemas que afectan a la ciudad: la recogida de desechos y el suministro de agua.
De acuerdo con los propios datos oficiales, apenas 52 de los 106 consejos populares de La Habana han sido limpiados hasta el momento. Municipios como Diez de Octubre, Marianao, Habana del Este y La Lisa siguen entre los más golpeados por la acumulación de desperdicios, a pesar de los esfuerzos reportados.
En paralelo, la crisis del abasto de agua continúa afectando a miles de residentes en zonas como Arroyo Naranjo, San Miguel del Padrón y Boyeros, donde las quejas por la falta del servicio se multiplican cada semana.
Durante su intervención, Marrero llamó a mantener limpios los centros de trabajo y sus entornos inmediatos e insistió en la necesidad de involucrar a la población en las tareas de saneamiento. Sin embargo, evitó referirse a los problemas estructurales que sostienen esta crisis: la falta de equipos, el deterioro del sistema comunal y años de abandono institucional.
El primer ministro aseguró que “se abre una nueva etapa de trabajo” orientada a la recuperación y a alcanzar “la sostenibilidad” de los servicios, una meta que los propios ciudadanos consideran inalcanzable mientras las soluciones dependan de operativos puntuales y no de una gestión constante.
Por su parte, Roberto Morales Ojeda, secretario de organización del PCC, reconoció que persisten “muchas deficiencias”, pero destacó el trabajo de los cuadros locales y del partido, señalando que se han limpiado zonas donde “la basura llevaba años acumulada”.
Una vez más, el discurso oficial apostó por los llamados a la disciplina y la movilización popular, sin asumir responsabilidad por el deterioro urbano ni por la grave crisis higiénico-sanitaria que enfrenta La Habana.
El malestar ciudadano crece a diario, impulsado por la percepción de que la limpieza de la capital solo avanza en momentos de emergencia. A la par, los brotes de arbovirosis siguen en aumento en todo el país, una realidad que el Gobierno intenta minimizar, aunque los reportes de muertes vinculadas al dengue desmienten su versión.
