Lamento en Holguín por el suicidio de otro joven en el Servicio Militar Obligatorio

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Una nueva tragedia ha sacudido a la provincia de Holguín y ha reavivado el debate sobre el Servicio Militar Obligatorio en Cuba. El joven Orlando Lago Portelles, de apenas 19 años, se quitó la vida en la unidad militar conocida como «25 Aniversario», en medio de lo que muchos denuncian como un entorno opresivo, humillante y sin el más mínimo soporte psicológico.

La noticia fue confirmada en redes sociales por el perfil «Ezz Cristiansito Informa», y rápidamente comenzó a circular acompañada por una avalancha de comentarios cargados de dolor, indignación y reclamos de justicia.

Amigos, familiares y ciudadanos de toda la isla expresaron su pesar por la muerte de quien describen como un “niñito” lleno de vida, ahora convertido en una víctima más de un sistema que muchos califican de inhumano.

“Mi hermanito, que Dios te tenga en lo más alto de su gloria”, escribió por su parte Erick Pentón González, reflejando el duelo de la comunidad cercana al joven. En la misma línea, decenas de usuarios compartieron recuerdos, mensajes de despedida y llamados a la eliminación del Servicio Militar Obligatorio, una exigencia que se repite cada vez que ocurre una tragedia de este tipo.

“No era un soldado, era un niño”, repiten muchos con dolor, mientras otros como Carlos Emilio Valhuerdi-Obregón apuntan directamente al Estado: “Abajo el servicio militar obligatorio, abajo las injusticias y la tortura psicológica contra esos jóvenes. Abajo la tiranía castrocomunista”. Para muchos cubanos, el Servicio Militar ha dejado de ser una supuesta “preparación para la defensa de la patria” para convertirse en una máquina que destroza psicológicamente a miles de adolescentes que apenas están saliendo de la escuela.

Las denuncias sobre tratos vejatorios, insultos, amenazas, castigos físicos y presión psicológica no son nuevas. Marlene R. Sandoval, en un comentario, rememoró su paso por la unidad de tanques 1448 en Managua, La Habana: “Salí enferma de cómo trataban a esos niños acabados de entrar a ese infierno. Les decían horrores… humillaciones que no repetiré por pudor”. Su testimonio se suma al de otros exmilitares que aseguran haber vivido o presenciado abusos sistemáticos que van desde la intimidación verbal hasta el maltrato físico.

En esta ocasión, como en casi todas donde ocurre un suicidio que involucra a un joven cumpliendo el Servicio Militar Obligatorio, el silencio oficial es ensordecedor.

Los comentarios en redes sociales son una especie de velorio virtual y también un grito colectivo de auxilio. Usuarios como Aniett Herrera Castellano no esconden su frustración: “Otro niño más, víctima de ese servicio militar obligatorio. Pobrecito. EPD. Mis condolencias a sus familiares”. Otros como Mariela Iglesias Marrero van más allá y piden reformas urgentes: “Va siendo hora de que haya un psicólogo y un psiquiatra de verdad en cada comisión de reclutamiento. El suicidio no es cosa menor”.

La muerte de Orlando no es un caso aislado. En los últimos años se han reportado varios suicidios de jóvenes durante el cumplimiento del Servicio Militar en Cuba. Sin embargo, la falta de transparencia, el control de la información y el miedo a las represalias impiden que estos casos tengan un seguimiento judicial o mediático adecuado. Las familias se enfrentan a su dolor en soledad, sin apoyo institucional ni acceso a la verdad.

Holguín, una provincia marcada por el desempleo juvenil, la migración forzada y la falta de oportunidades, vuelve a ser escenario de una pérdida evitable. “EPD, querido amigo. Me voy a quedar con los recuerdos bonitos de cuando estudiábamos juntos… nunca te voy a olvidar”, escribió Melani Batista, en un mensaje que resume la tragedia en su expresión más humana: un amigo más que se fue demasiado pronto.

Mientras tanto, en las redes sociales, los cubanos siguen gritando lo que no pueden decir en voz alta: que sus hijos están siendo enviados a un matadero disfrazado de deber patriótico, y que cada muerte como la de Orlando es una herida más en la ya fracturada juventud cubana.

Por ahora, solo queda repetir lo que muchos han escrito en sus muros: Descanse en paz, Orlando. Que tu muerte no haya sido en vano.

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