Las formas de ingreso a las universidades cubanas han vuelto a disparar las alarmas. A diferencia de otras épocas en que los estudiantes debían “quemarse las pestañas” para poder optar por una carrera ahora la situación ha cambiado drásticamente. Tanto que hasta los alumnos suspensos o que no se presentaron a las pruebas de ingreso pueden cursar una carrera en las universidades cubanas.
El propio Ministerio de Educación Superior lo ha vuelto a dejar claro en un comunicado en su perfil oficial de Facebook.
El texto indica que se harán cuatro otorgamientos que incluyen estudiantes aprobados, estudiantes suspensos, estudiantes de preuniversitarios que no se presentaron a las pruebas de ingreso y estudiantes de la Facultad Obrero Campesina entre otros.
Imagen tomada de Facebook Ministerio de Educación Superior
La decadencia en las formas de ingreso a los estudios superiores en Cuba no es nueva. En el 2022 el Ministerio de Educación Superior confirmó que los estudiantes que suspendieran los exámenes de ingreso podrían entrar en la Universidad y eliminó el requisito de aprobar las asignaturas de Matemática, español e Historia de Cuba para los educandos de primer año del curso a distancia.
“Me gustaría mucho leer, si está disponible (que debería), la sustentación académica de estos cambios, por favor. ¿Qué investigaciones sugieren que esos y no otros, son los adecuados?”, había señalado una profesora de Psicología en la publicación de la revista universitaria Alma Mater.
La medida parecía adelantarse a un hecho que se ha estado repitiendo con frecuencia durante los últimos tiempos. El pasado año solo un 50 por ciento de los estudiantes que se presentaron a los exámenes de ingreso a pudo aprobar las pruebas de acuerdo a informaciones oficiales. O sea, los estudiantes que aprobaron sumaron un total de 11 063, para un 50,4 %.
Los directivos del Ministerio de Educación Superior no se han referido a fondo sobre estos cambios, pero lo cierto es que un gran número de estudiantes cubanos se han marchado del país mientras otros prefieren dedicarse a otros trabajos remunerados antes de cursar estudios superiores. A esa realidad se une el déficit de maestros y la disminución en la calidad de la enseñanza en varias facultades por la jubilación de consagrados profesores o la salida definitiva del país de jóvenes maestros con mayor preparación académica.
