Luego de ser nombrada copresidenta, Rosario Murillo ha asumido un nuevo rol de poder en Nicaragua: ahora es la jefa de las Fuerzas Armadas, tras la aprobación unánime en el Parlamento de una reforma al código militar.
Con esta modificación, la esposa del presidente Daniel Ortega obtiene el control absoluto del Ejército nicaragüense, consolidando aún más el régimen familiar que domina el país.
El nuevo texto de las leyes militares establece que «el Ejército estará subordinado a la autoridad civil, la cual será ejercida por la Presidencia de la República como Jefatura Suprema», dejando así plasmada legalmente la autoridad de Murillo sobre las Fuerzas Armadas.
Actualmente, el matrimonio Ortega-Murillo controla todos los poderes del Estado y dirige un Estado policial que reprime cualquier expresión de disidencia.
Una fuente citada por ABC asegura que esta reforma busca asegurar el control del Ejército para el sucesor de Ortega, lo que sugiere que el mandatario podría estar preparando su salida del Poder Ejecutivo.
Ortega ya había sido objeto de críticas por parte de la comunidad internacional, las Naciones Unidas y comisiones de Derechos Humanos, luego de que una reforma constitucional le permitiera, en enero, designar a su esposa copresidenta de Nicaragua.
Dicha reforma otorgó poder absoluto al matrimonio Ortega-Murillo, eliminando los pocos mecanismos de control institucional que aún quedaban en el país, según reveló un informe del Grupo de Expertos creado en 2018 por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Como resultado, los poderes judicial, legislativo y electoral han quedado reducidos a simples órganos subordinados a la Presidencia, de acuerdo con el análisis.
El informe, basado en múltiples testimonios, detalla cómo Ortega y Murillo han tejido un amplio entramado de control estatal y paraestatal, que abarca desde fuerzas de seguridad y agencias de inteligencia hasta el Frente Sandinista de Liberación Nacional.