Una frase bastó para reactivar el debate eterno sobre la migración cubana: ¿irse o quedarse? La influencer cubana conocida como La Cintumbare volvió a colocarse en el centro del huracán mediático tras publicar un video que no ha dejado a nadie indiferente.
Desde una cama sencilla, con bata de baño blanca y una sonrisa confiada, se sumó a un trend viral con la canción “Black Widow” de Iggy Azalea y Rita Ora. Pero lo que realmente retumbó no fue la música, sino el mensaje que la acompañaba:
“Un aplauso para mí que no fui a Estados Unidos a perder el tiempo, y ahora estoy en mi país viviendo como siempre lo soñé”.
Las reacciones no tardaron en brotar como frijoles en caldero caliente. Mientras algunos la celebran por su discurso de fidelidad a Cuba, otros la acusan de cinismo, recordándole -con tono crítico y sin pelos en la lengua- que no está allí por elección, sino por haber sido deportada de Estados Unidos.
No faltaron los comentarios de todo tipo, desde el sarcasmo hasta la empatía, reflejando una vez más cuán dividida está la opinión pública sobre el tema migratorio.
Uno de los mensajes que más resonó fue directo: “Pero estás ahí como lo soñaste porque te forzaron a estar ahí, no por decisión propia”. Otros le respondían con acidez: “Eso no te lo crees ni bajo los litros de chispa que te metes para no enterarte del desastre a tu alrededor” o “Me alegra mucho que estés donde siempre querías. Disfrútalo, que aquí disfrutamos de que alguien como tú regresó a esa fosa de la que nunca debió salir”.
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La polarización es evidente, y no es nueva. La Cintumbare ha usado sus redes más de una vez para hablar del éxodo cubano desde una perspectiva poco común: la de quien volvió a la isla -aunque bajo circunstancias forzosas- y asegura estar mejor allí. Su narrativa contrasta con la de miles de cubanos que hacen colas infinitas en consulados, sueñan con el parole humanitario o se lanzan al Darién buscando otro destino.
En un país donde la palabra “afuera” significa muchas cosas -progreso, sacrificio, distancia, oportunidades-, el discurso de quien dice ser feliz “adentro” en medio de crisis, apagones y desabastecimiento, resulta cuanto menos provocador. Más aún si proviene de alguien que ya vivió la experiencia migratoria y no logró quedarse.