La noche cayó sobre el downtown de Miami con un aire de espectáculo político, pero también de confesión íntima. Más de dos mil personas llenaron el Ziff Ballet Opera House para escuchar a Kamala Harris cerrar su gira nacional de 18 fechas, una tournée que la llevó por todo el país para presentar 107 Days, el libro donde cuenta, sin adornos, la campaña más corta de la historia moderna de Estados Unidos. Y fue allí, frente a una sala repleta, donde Harris admitió algo que resonó fuerte entre sus seguidores: que la derrota electoral de 2024 la dejó “traumatizada”. Así lo reseñó Miami Times Online, que acompañó su presentación en la ciudad.
Vestida completamente de blanco, Harris repasó el camino que la llevó desde el inesperado retiro de Joe Biden el 21 de julio de 2024 hasta la noche del 5 de noviembre, cuando los resultados electorales cerraron abruptamente su carrera presidencial. Contó que escribir el libro fue una forma de procesar ese golpe, uno que comparó con la muerte de su madre, y que el capítulo dedicado a la noche electoral fue tan duro que, por primera vez, lo habló en detalle con su esposo, Douglas Emhoff.
Moderada por la comentarista política Ana Navarro, la ex vicepresidenta habló con soltura de los altibajos de su corta campaña: el apoyo de Bad Bunny, las protestas propalestinas que interrumpieron sus primeros eventos y la sensación colectiva, dijo, de que “íbamos a ganar”. Sin embargo, insistió en que su mensaje a los votantes aquella mañana en Howard University, durante su discurso de concesión, sigue siendo válido: la lucha no termina porque un resultado electoral no salga como se esperaba.
Cuando Navarro le preguntó por el papel del racismo y el sexismo en su derrota, Harris fue prudente. Dijo que esas fuerzas existen, que las ha enfrentado toda su vida, pero rechazó la idea de que Estados Unidos “no esté listo” para una presidenta mujer, un comentario reciente atribuido a Michelle Obama. “Ese no es el mensaje que debemos enviar”, dijo.
La conversación no evitó la política actual. Harris criticó lo que describió como “la destrucción del estado de derecho” durante la administración Trump y pidió que la inminente publicación de los archivos del caso Epstein sirviera para exigir que “los poderosos también rindan cuentas”.
Sobre 2028, no dio pistas. Habló de lo brutal que puede ser una campaña, del desgaste físico y familiar, pero también soltó una sonrisa cuando Navarro le preguntó si tiene la resistencia necesaria. “Definitivamente la tengo”, respondió, aunque advirtió que “correr para presidente parece más fácil de lo que es”.
La noche cerró con un aplauso largo, casi agradecido. No porque Harris diera una respuesta definitiva sobre su futuro, sino porque, al menos por un momento, dejó ver que detrás de la política queda una persona intentando recomponer la derrota y convertirla, otra vez, en impulso.





