Según cita el destacado periodista cubano Francys Romero, el boxeador camagüeyano Julio César La Cruz gritó «Patria o Muerte, Venceremos», tras vencer en esperado combate al cubano nacionalizado español Enmanuel Reyes. Reyes dijo vino a Tokio a «arrancar cabezas», pero se quedó con las ganas de chapearse la del «revolucionario» La Cruz.
No es la primera vez que La Cruz, tras vencer, hace o dice algo que sea una alegoría a «la Revolución» o a sus líderes. De hecho es notorio su saludo militar cada vez que pelea y gana -bastantes veces- lo cual deja a sus coterráneos cubanos un sabor dulce amargo en la boca. Dulce, por el triunfo. Amargo, porque el saludo parece decir «Gracias, Fidel» o cualquier cosa similar, con lo cual se gana el rechazo.
La pelea, que tuvo el aderezo de ser un inédito duelo olímpico entre púgiles cubanos, sirvió para que La Cruz venciese a Reyes en «la pelea del morbo», tal y como lo calificó el reconocido colega Michel Contreras.
Según Contreras el combate fue «animado y de alto vuelo». Terminó con el «Patria o Muerte, Venceremos» de La Cruz, que a algunos les debe haber provocado una carcajada, y a otros les debe haber exacerbado el patriotismo.
Reyes, «El Profeta», «hizo gala de una agresividad impresionante» y presuntamente habría ganado el segundo round de la pelea; pero en el tercero, el «revolucionario» La Cruz sacó a relucir todo su arsenal boxístico y favoritismo, y se llevó el round decisivo y la pelea, lo cual le garantizó poder gritar más tarde su «Patria o Muerte, Venceremos» y ganarse así el abrazo fervoroso de la cúpula gubernamental cubana cuando llegue a «la Patria». La misma cúpula que ordenó reprimir a decenas de coterráneos suyos, camagüeyanos, el pasado 11 de julio.
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