Un video que se ha vuelto viral en redes sociales muestra un joven cubano disfrutando en una “piscina” formada por un salidero de agua en un enorme hueco en plena calle de un barrio en La Habana.
Vestido sólo con un short para la ocasión, el joven asume la rotura como una piscina privada y en tono de burla: “Qué te voy a decir asere, sabes, flow cabrón en la casa. Mira esto mi hermano. Los grandes son los grandes”, dice al que le filmaba con un teléfono celular antes de lanzarse de clavado al agua.
“Piscina privada, no quiero a nadie metido aquí que esto es mío. Ahorita vengo con cerveza para acá, las muchachitas. Perreta a lo rico, tú sabes VIP”, advierte el joven, que se divierte entre las lomas de tierras extraídas del sitio, rodeado por una cinta negra y amarilla que alerta sobre el agujero en la vía publica.
Quienes vean el video desde otros lugares del mundo difícilmente entiendan por qué los cubanos aprovechan una situación negativa —en este caso la rotura de una tubería de abasto de agua— y la convierten en una fuente de humor y divertimento.
Se trata de un rasgo cultural de los nacidos en la isla, que tienden a utilizar el choteo como forma de minimizar las desgracias, o como método de resistencia y protesta ante la autoridad.
En medio de una profunda crisis económica, social y política, la escasez de agua potable es un problema constante en la Isla, sobre todo en La Habana, cuyas redes de abasto están notablemente deterioradas desde hace años y provocan enormes pérdidas del líquido.
De acuerdo con directivos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), en 2021 se atendían como promedio 3500 salideros de agua sólo en la capital cubana, lo que representaba más del 400% de roturas que en años anteriores.
Como si fuera poco, un informe presentado recientemente por el presidente del INRH, Antonio Rodríguez, advierte que más de 400.000 personas quedaron sin suministro de agua en el país a a causa de una fuerte sequía que podría extenderse durante algunos meses.
