La joven sigue en estado grave. Cuba suma así otro caso de violencia de género que pudo evitarse si se hubiera actuado a tiempo.
Un nuevo intento de feminicidio sacudió la ciudad de Cárdenas, en la provincia de Matanzas, cuando el pasado 20 de junio Fidel Ernesto Sablón Aguilar agredió brutalmente a su expareja, una joven madre de 24 años, quien hoy lucha por su vida en el hospital municipal.
El ataque ocurrió en la barriada de Pueblo Nuevo Norte, donde el agresor irrumpió violentamente en la vivienda de la joven y luego continuó la agresión dentro de un coche de tracción animal en el que también viajaba el hijo pequeño de ambos. El niño sufrió heridas leves, mientras que la mujer fue dejada inconsciente y con lesiones de gravedad que ponen en peligro su vida. Vecinos intervinieron valientemente para impedir que el ataque terminara en tragedia mayor, logrando que el atacante huyera del lugar. Gracias a su acción rápida, madre e hijo fueron trasladados con urgencia al centro hospitalario.
Las autoridades confirmaron que el detenido será procesado por tentativa de asesinato, pero lo que ha causado indignación en redes sociales y entre los vecinos del barrio es que el sujeto no es un desconocido para la justicia. En agosto de 2024, la propia página Con Todos La Victoria había reportado que Sablón Aguilar fue sorprendido mientras intentaba robar un caballo, y en esa misma ocasión se detalló su extenso historial delictivo, que abarca robos, hurtos y tráfico de drogas.
La pregunta que muchos se hacen hoy en Matanzas y fuera de la provincia, es por qué un individuo con semejante prontuario estaba libre y «dispuesto» para acometer este intento de feminicidio en «defensa de su hombría». En contraste, abundan los jóvenes, intelectuales y madres que han recibido severas condenas por ejercer su derecho a expresarse.
“¿Qué hacía ese personaje en la calle?”, se preguntan indignados usuarios en redes, mientras exigen responsabilidades no solo al agresor, sino también a las autoridades que fallaron en prevenir este intento de feminicidio.
La madre de la víctima ha solicitado públicamente a las autoridades en Matanzas que también sea procesada otra persona que acompañaba a Sablón Aguilar y participó en el intento de feminicidio, y que se aplique todo el peso de la ley.
Una reflexión personal sobre el caso y el uso manipulador del término “hecho pasional”
El caso de Fidel Ernesto Sablón Aguilar y su tentativa de feminicidio no solo es un episodio aislado de violencia, sino un síntoma grave de una persistente crisis de género en Cuba. La reiteración de frases banales como “hecho pasional” que acompaña a la nota del medio oficialista, la permisividad frente a agresores reincidentes, y la aparente ineficacia de los talleres institucionales, conforman un patrón de complicidad histórica, por mas que figuras vinculadas al Ministerio de Justicia, como Mayda Montejo Fiscal Jefa del Departamento de Formación y Desarrollo; Maria Victoria Sifonte Ayup, Fiscal Jefe Provincial at Fiscalía Provincial Ciego de Ávila; y Keilyn González Valera Fiscal Jefa del Departamento de Procesos Penales, insistan reiteradamente desde sus perfiles en Facebook que todo marcha, punitivistamente, sobre ruedas. Mientras haya grietas en el sistema que permiten que agresores con prontuarios sigan sueltos y cuando se trivializa la violencia contra las mujeres, la protección y justicia seguirán siendo un privilegio ajeno a muchas cubanas.
Las funcionarias deberían hacer énfasis en advertir y notar que, en el tratamiento mediático oficial en Cuba, tanto por este medio de Con Todos la Victoria como por otros del sistema, es recurrente la referida calificación de los casos de violencia extrema como “hechos pasionales”. Sin embargo, expertas en violencia de género sostienen que ese término es inapropiado y contradictorio con la naturaleza del delito: no existe tal génesis pasional que justifique un ataque brutal, sino que se trata de la forma más grave de violencia contra la mujer, un intento de feminicidio.
Así lo ha advertido, entre otras, la académica cubana Ailynn Torres Santana, quien señala que “no es un crimen pasional, sino de carácter moral y de odio”, advirtiendo que esa narrativa minimiza y naturaliza los crímenes de género.
En Cuba, el uso de la frase “hecho pasional” es uno de los recursos de lenguaje frecuentes que atenúan estos sucesos, encubriendo o difuminando su carácter de violencia estructural contra las mujeres.
Las consecuencias son alarmantes: disminuir el sentido de urgencia y evitar la adopción de medidas eficaces por parte del Estado . El encuadre utilitario y culturalmente cómplice perpetúa la invisibilidad del feminicidio y dificulta una respuesta institucional a la altura de la agresión.
No deja de ser interesante que, mientras hablamos sobre esto, a mediados de junio, expertos franceses debieron venir a la isla a dirigir un curso para agentes del MININT sobre recepción de denuncias y acogida de víctimas. Más recientemente aún, el 23 de junio de 2025, la Fiscalía Provincial de Ciego de Ávila llevó a cabo un panel sobre prevención y enfrentamiento de delitos de género, evaluando el Programa para el Adelanto de la Mujer (PAM) e intentando fortalecer el marco sancionador contra estos hechos.
No obstante, a pesar de contar con esa formación teórica y el respaldo de cooperación internacional, tales iniciativas aún no se traducen en transformaciones sustantivas en el trato diario de los casos. Consultas en redes sociales, incluso de participantes y académicas cubanas, recuerdan el asesinato, reciente si se quiere, pues ocurrió hace apenas un par de años, de una joven, menor de edad, dentro de una estación de policía en Camalote, solicitando protección —un crimen resultó en feminicidio— lo que deja al descubierto que los cursos y talleres no han logrado permear ni la práctica ministerial ni institucional en que los casos se abordan seriamente, pues el machismo está entronizado de manera arraigal en la isla.
Frente a todo esto, el único argumento que los cubanos «desean» es o la pena de muerte, o un presidente como Bukele en Cuba. ¡Así de grave está la isla!
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