La víctima, de solo 20 años, vivía con su abuelo y dejó a un hijo pequeño. El “químico” sigue cobrando vidas en Cuba ante la mirada indiferente de las autoridades.
Un joven identificado como Yordan Manuel Hernández Pompa falleció recientemente en el barrio de Las Yaguas, en el municipio habanero de Marianao, presuntamente a causa de una sobredosis de la peligrosa droga conocida como “el químico”, una mezcla letal que ya ha cobrado numerosas vidas en la isla.
Según denuncias publicadas en redes sociales, el cuerpo de Yordan fue hallado en plena vía pública y recogido por las autoridades en una escena que fue grabada y compartida por vecinos, y que mostraba entre otras cosas no solo el deterioro social, con la grabación y la exposición en las redes sociales del video que mostraba al joven fallecido, sino también cómo la institucionalidad trató delante de la vista de todos el cuerpo.
Según se aprecia en el video, el joven quedó engarrotado, y Medicina Forense optó por violentar el cuerpo inerte, llegando incluso a traquearle los huesos, para poder acomodarlo en la camilla tal y como ellos querían. Todo eso, repito, a la vista de todos.
El muchacho tenía apenas 20 años y había llegado a La Habana hacía poco más de un año y medio para vivir con su abuelo, quien se encuentra recién operado y, por su condición de salud, no pudo acompañar los restos de su nieto hasta el cementerio de Bejucal, dijo el comunicador Niover Licea, quien fue la persona que identificó a la víctima.
Yordan dejó un hijo pequeño, hoy huérfano, y se convierte en otra estadística más de un fenómeno que se ha convertido en una verdadera crisis de salud pública en Cuba: el uso y distribución del «químico», también conocido como «kímiko». Esta sustancia, que suele consistir en marihuana mezclada con solventes industriales, insecticidas, medicamentos psiquiátricos y en ocasiones hasta fentanilo, provoca efectos devastadores como alucinaciones, episodios psicóticos, daño cerebral irreversible y, en muchos casos, la muerte.
Denunciantes han llamado la atención sobre cómo la droga circula libremente por barrios de la capital cubana, muchas veces con la complicidad —o al menos la inacción— de las autoridades policiales y funcionarios del régimen. El químico es un enemigo silencioso que se disfraza de escape, pero conduce directo al abismo.
La familia de Yordan, destrozada por la pérdida, ha pedido que no se juzgue a la víctima, pues fue “una más de las miles de víctimas de un sistema que no brinda oportunidades y deja que la juventud se hunda”.
La historia de Yordan es, tristemente, la de muchos jóvenes cubanos que encuentran en las drogas un falso alivio a la desesperanza.
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