La reciente hospitalización de tres menores en el municipio de Vertientes, Camagüey, tras consumir por error gomitas con marihuana, marca un nuevo episodio en la compleja transformación del entorno social cubano. El incidente, confirmado por autoridades sanitarias y reportado por perfiles oficialistas en redes sociales, encendió las alarmas en una comunidad que aún no asimila del todo las nuevas formas que adoptan los riesgos en la vida cotidiana.
Las gomitas ingeridas -de la marca estadounidense Kush Queen- contenían compuestos derivados del cannabis, como THC y posiblemente Delta-8-THC, ambos con efectos psicoactivos. Aunque los menores ya se encuentran estables, el caso plantea preguntas urgentes sobre el acceso, circulación y supervisión de productos importados con componentes no regulados, en un contexto donde la vigilancia estatal parece quedar rebasada por nuevas realidades.
El empaque del producto, según la información divulgada, incluía advertencias en inglés y una simbología explícita (como la hoja de marihuana). Sin embargo, los padres de los niños desconocían la verdadera naturaleza de las gomitas, lo que apunta a una desconexión significativa entre la apariencia del producto, su comercialización informal y la capacidad de las familias para identificar riesgos ocultos.
Este tipo de producto, ampliamente difundido en mercados legales de cannabis como Estados Unidos, Canadá o España, no tiene aún una categoría reconocida ni protocolo de control dentro del entramado normativo cubano. Su entrada a la Isla, presumiblemente a través de paquetes enviados desde el exterior -un fenómeno en auge en los últimos años- revela una zona gris entre legalidad, desinformación y vulnerabilidad.
Este caso en Camagüey debe entenderse como advertencia. Si bien la reacción médica fue efectiva y evitó consecuencias mayores, la raíz del problema está en otra parte: en la falta de protocolos claros para productos de este tipo, en la ausencia de campañas de concientización pública y en la desprotección de sectores vulnerables como la infancia ante riesgos que antes no formaban parte del ecosistema cubano.
La comunidad, ya preocupada por los estragos que causa el famoso “químico”, elevó un llamado de atención urgente a familiares y cuidadores de niños para que revisen cuidadosamente los ingredientes de cada producto, pues “no todo lo que parece un simple dulce es inocente”, dijeron desde las redes.