El jabalinista Guillermo Varona se colgó este martes el tercer título de Cuba en los Juegos Paralímpicos de París 2024, en la categoría F46.
Al coronarse con un lanzamiento de 66,14 metros, el atleta oriundo de Camagüey no solo estableció una nueva marca personal, sino que además impuso un récord para América en una competencia cuyo podio completaron los indios Ajeet Singh y Sundar Gurjar, con 65,62 y 64,96 respectivamente.
Sin embargo, dos hechos hacen que la victoria del cubano sea más loable. El primero, es que Varona se apareció en la capital francesa con la mejor marca de su vida poco después de perder a su abuelo, a quien, al terminar la competición, le dedicó el triunfo. “La ofrenda es el desahogo del alma, la resignación a lo irreparable”, destacó el medio oficialista Jit.
El otro punto nos lo recordó un coterráneo de Varona, el periodista Félix Anazco, quien remarcó la víspera que el también campeón mundial de paratletismo de Kobe este año salió de “uno de los rincones más marginales de la ciudad de Camagüey”.
En palabras de Anazco, Varona, que compite entre atletas que tienen el movimiento moderadamente limitado de uno o ambos brazos, o la ausencia de extremidades, demostró que es un “guapo natural”, conocido como El dardo del reparto Florat.
De su carácter dejó constancia el propio Varona al hablar con la prensa oficialista cubana tras ganar en París 2024, ante la que aclaró que pudo “meter el brazo” porque “nunca perdí la concentración”, y que, como Gurjar, actual recordista del orbe, fue “quien me quitó la medalla de bronce” en Tokio 2020, “tenía esa espinita por dentro”.
“Me la desquité en el Mundial de Kobe primero. Dije: ‘No me puedes ganar más’ y así lo logré, con un poquito menos del récord mundial, pero, como dicen los profesores, a las Olimpiadas se viene a ganar, no a buscar grandes resultados”, destacó.
El atleta de 29 años llegó a la capital francesa tras apoderarse del Campeonato Mundial de paratletismo de Kobe 2024, con la marca personal de 65,16 metros.
En los Panamericanos de Chile 2023 subió a lo más alto del podio con un tiro de 60,23 metros, que constituyó en ese momento un récord continental.
En Tokio 2020, el de Florat quedó en cuarto lugar tras registrar 63,30 metros.