Frijoles fermentados: el regalo «revolucionario» a los damnificados en Granma

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En la provincia de Granma, donde los discursos oficiales hablan de “atención priorizada” a los damnificados, la realidad llegó en forma de lata. No de esperanza, sino de frijoles fermentados.

La denuncia, hecha pública por la activista cubana Irma Lidia Broek en Facebook, muestra lo que deberían ser alimentos de ayuda entregados a ancianos y familias afectadas, convertidos en una pasta hinchada, descompuesta, con ese brillo aceitoso que solo tienen las cosas que ya empezaron a despedirse de este mundo.

En el post, Broek habla de “latas podridas para nuestros viejos, regalo de los jefes revolucionarios” y pregunta, casi a gritos, si todavía alguien aplaude al Partido Comunista. Lo que pudo ser una simple queja sobre mala calidad de los productos se convierte en algo más hondo: cada aplauso, dice, es “un clavo más en nuestro ataúd”. No se trata solo de una conserva vencida, sino de la sensación de estar comiéndose, literalmente, el desprecio.

O al menos eso parece que sucedió… Un mal almacenaje, los «calores»…. ¡el «bloqueo»!

Las reacciones de los usuarios completan el cuadro. Hay quien asegura que esas latas han pasado meses, quizás años, en almacenes militares mientras el pueblo “hambrea”. Otros hablan de donaciones recicladas, de reservas viejas que se sacan ahora para los de abajo, mientras lo más reciente y aprovechable termina en las tiendas. Alguien resume con brutal sencillez: “definitivamente nos quieren matar a todos poco a poco”.

El tono oscila todo el tiempo entre la indignación y un humor negro que es casi un mecanismo de supervivencia. Un comentarista afirma que “parece mierda”, otro sugiere que son “las de la reserva”. La frase hace reír, pero no hay chiste posible que quite de la cabeza la imagen de un anciano abriendo esa lata como quien abre un regalo de año nuevo, para encontrarse con un olor a tumba.

En teoría, esas conservas debían ser alivio para quienes lo perdieron casi todo tras las últimas inclemencias del tiempo. En la práctica, son el recordatorio perfecto de un sistema que ya ni siquiera logra maquillar su deterioro. Cuando a los damnificados se les reparte frijoles fermentados, el desastre deja de ser solo climatológico y se vuelve político, moral, estructural. El huracán pasa; el sabor rancio en la boca, no.

Habrá quien diga – y hubo quien lo dijo, que era mentira – que es uno de esos fake news pero los años y la realidad que durante años ha golpeado a miles de cubanos cuando llega un evento climatológico adverso y se saca la reserva, y se repone esta con lo que llega en donaciones (que también son sacadas de las reservas en la mayoría de las ocasiones), nos ha permitido ver arroz con humedad, o sacos mordidos por ratones; chícharos en mal estado y latas de sardinas de dudosísima calidad. Que ahora aparezcan unos frijoles fermentados no debería asombrar a nadie, pues casi que es costumbre.

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