Las muestras de profunda admiración hacia el recientemente fallecido cantante cubano Paulito FG siguen creciendo tras su partida. Esta semana, el locutor Frank Abel compartió su anécdota más personal con el músico durante un programa especial del pódcast “Destino Tolk”, dedicado justamente a honrar su memoria.
Frank Abel recordó que, hace algunos años, fue contratado para conducir el Cubadisco, una de las premiaciones más importantes de la música en Cuba. Durante la gala inaugural, eligió un vestuario que terminó jugándole una mala pasada en cámara.
Según contó, era un chaleco que, al combinarse con las luces del teatro Karl Marx, “me hacía lucir barrigón”. En aquel momento, Paulito FG, quien se hallaba presente, no dudó en acercarse una vez que finalizó el espectáculo para comentarle que la ropa no le favorecía y le hizo una propuesta.
El locutor no disponía de más opciones para vestirse, ya que, como bien señaló, en Cuba no siempre se cuenta con un equipo de vestuario para la televisión. Al día siguiente, para su sorpresa, Paulito FG apareció en la radio donde Frank Abel trabajaba, portando un traje color arena que, sin dudarlo, le regaló con la intención de que se vistiera a la altura de la clausura de Cubadisco.
Aquel detalle cobró un valor emocional enorme para Frank Abel, ya que se trataba de su primer traje. Subrayó además que no existía una gran amistad previa entre ambos. Simplemente, al artista le había molestado ver cómo la gente criticaba la vestimenta del locutor, y decidió ayudarlo sin tener una razón más allá de la empatía. “No tenía por qué hacer eso, yo no era amigo de Paulo”, reconoció Frank Abel, agregando que quedó profundamente agradecido por el gesto.
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La conversación derivó en un recuento de la trayectoria artística de Paulito FG, uno de los máximos exponentes de la salsa y la timba cubanas. El cantante gozó de una enorme popularidad en la Isla, dejando una huella imborrable con su música y estilo inconfundible. Su repentina muerte, ocurrida el pasado 1 de marzo en un trágico accidente de tránsito en el Malecón de La Habana, conmocionó a colegas y admiradores por igual.
