La primera mujer en ocupar el cargo de Secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, falleció este miércoles a los 84 años, de acuerdo con reportes de la prensa del país norteamericano.
La muerte de la destacada figura política mundial fue confirmada en un correo electrónico al personal del Albright Stonebridge Group, una empresa de estrategia global fundada por ella, informó CNN.
Nacida en Praga, Checoslovaquia, en 1935, Albright fue educada en el catolicismo por sus padres, junto a los que se refugió en Londres en 1939, tras la ocupación de Bohemia por parte de los nazis.
Su nombre era Marie Jana Korbelová, pero lo cambió por Madeleine mientras estudiaba en Suiza, enviada por su padre, el diplomático Josef Korbel, por temor a que fuera adoctrinada por la ideología marxista mientras se desempeñaba como embajador de Checoslovaquia en Yugoslavia, que estaba gobernada por comunistas.
La familia de Albright emigró a Estados Unidos cuando Korbel obtuvo un puesto en las Naciones Unidas.
Madeleine Albright comenzó su carrera política de la mano de su profesor Edmund Muskie, quien la llevó a trabajar como enlace del Congreso estadounidense y el Consejo de Seguridad Nacional durante la presidencia de Jimmy Carter.
Dos décadas más tarde ya se había convertido en una figura clave de la política exterior de Estados Unidos tras la Guerra Fría.
Durante la administración del presidente Bill Clinton, ocupó el cargo de embajadora de EEUU ante la ONU y más tarde se convirtió en la primera mujer Secretaria de Estado estadounidense.
Jugó un papel importante en la expansión de la Organización de Naciones del Atlántico Norte (OTAN) y fue una de las principales impulsoras de la intervención de la alianza en el conflicto de los Balcanes.
Odiada por la cúpula del poder en Cuba, Albright criticó duramente el derribo de avionetas de la organización cubanoamericana Hermanos al Rescate ejecutado por aviones de la Fuerza Aérea cubana en 1996.
La entonces representante de Estados Unidos en Naciones Unidas dijo que la agresión a civiles por parte del ejército de la isla en el que murieron cuatro cubanoamericanos fue un acto de cobardía, no de “cojones”, en referencia a la grabación de la celebración de uno de los pilotos que cumplió la misión.
Albright pidió una resolución de condena a Cuba en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero la organización finalmente emitió una declaración moderada en la que «deploraba enérgicamente» el ataque.
