«La Yuma» (Estados Unidos), que muchos dicen se ha vuelto una «llama», sigue siendo la preferida para los cubanos
Desde 2022, más de 850 mil cubanos han cruzado las fronteras de Estados Unidos. ¿Crisis migratoria? Claro. ¿Culpa de Estados Unidos? Al parecer, siempre. A medida que las cifras de migrantes cubanos siguen batiendo récords, el éxodo masivo no muestra señales de desaceleración. Lo que una vez se consideró un goteo, hoy se ha convertido en una inundación imparable, con más de 208,000 cubanos que llegaron en los primeros ocho meses de 2024. Pero, ¿quién es el verdadero culpable?
La narrativa es sencilla: para el régimen cubano, Washington siempre será el villano de la historia. La presión económica, la política de inmigración flexible y los «estímulos extraordinarios» de la Casa Blanca, dicen en La Habana, son los responsables de que cientos de miles de cubanos opten por arriesgar sus vidas y buscar una vida mejor en suelo norteamericano. Y sí, esa versión tiene su audiencia.
Ahora bien, las cifras dadas a conocer por CBP son contundentes. Entre 2022 y 2023, alrededor de 533,000 cubanos llegaron a Estados Unidos, es decir, un 4.8% de la población de Cuba decidió hacer las maletas, dejando atrás la isla en busca del «sueño americano». Para muchos, la historia de la política migratoria entre ambos países no es nueva, pero lo que sí es asombroso es la magnitud de la crisis actual, la más grande en la historia reciente de Cuba, según ha admitido el propio régimen.
A la par de la crisis económica, el descontento político y las restricciones de libertades individuales, los cubanos no ven otra salida que poner un océano de por medio. Desde el 1 de enero de 2024 hasta finales de agosto, la cifra de migrantes cubanos que llegó a Estados Unidos superó los 208,000, y si las tendencias continúan, 2024 se convertirá en el segundo año fiscal con mayor afluencia de cubanos en la frontera sur. ¿Casualidad? Difícil de creer.
La narrativa desde Washington es un tanto diferente. Las autoridades estadounidenses, aunque conscientes de la crisis, han dejado claro que las fronteras no están abiertas indiscriminadamente.
De hecho, durante 2023 y 2024, más de 110,000 cubanos han sido examinados y autorizados a viajar a través del parole humanitario, una vía legal que parece haber ganado más protagonismo en los últimos meses.
Sin embargo, no todos tienen la suerte de contar con una vía formal para ingresar a Estados Unidos. Para aquellos que no logran obtener el tan ansiado parole, la desesperación los empuja a intentar lo imposible: lanzarse al mar en frágiles embarcaciones con la esperanza de tocar tierra en las costas de Florida.
Estas travesías, en muchas ocasiones en pequeñas embarcaciones pesqueras, son extremadamente peligrosas, pero el peligro parece no detener a quienes buscan escapar de la miseria y la falta de oportunidades en Cuba.
Un caso reciente ilustra esta desesperada realidad. Ayer 17 de septiembre, la Patrulla Fronteriza detuvo a 43 migrantes cubanos que desembarcaron en la playa de Sombrero (Sombrero Beach), en Marathon Key (Cayo Maratón), una de las áreas más conocidas de los Cayos de Florida.
Viajaban en una embarcación de pesca de madera registrada en La Habana, una lancha modesta que evidencia las precarias condiciones en las que estos migrantes emprenden sus viajes. Las imágenes muestran el nombre «Habana» pintado en la embarcación, un recordatorio de la procedencia y las circunstancias que enfrentan quienes deciden arriesgarlo todo por un futuro incierto.
Earlier today, 43 Cuban migrants were taken into U.S. Border Patrol custody after making landfall in the Florida Keys. The group of migrants arrived on a wooden fishing vessel at Sombrero Beach in Marathon. We appreciate the support from responding agencies.#cuba #floridakeys pic.twitter.com/jW5JdZTRQM
— Andrew Scharnweber (@USBPChiefMIP) September 17, 2024
El grupo interceptado forma parte del creciente número de cubanos que se han lanzado al mar en lo que va del año fiscal 2024. Según datos recientes, más de 65,000 cubanos han sido detenidos en aguas estadounidenses, muchos de ellos cerca de los Cayos de Florida.
Solo en agosto, 1,272 cubanos llegaron por mar, una cifra que, si bien es alarmante, no ha alcanzado los picos récord de años anteriores. A pesar de las advertencias de las autoridades estadounidenses sobre los riesgos de estas travesías, los intentos no cesan. En lo que va del año, las cifras de interceptaciones reflejan la magnitud de la crisis migratoria cubana y el costo humano que implica.
La realidad es que el peligro que representan estas travesías no ha sido suficiente para disuadir a los migrantes cubanos. Desde enero de 2024, múltiples grupos de balseros han sido interceptados en las costas de Florida, cada uno con historias de riesgo y esperanza. Desde pequeñas embarcaciones caseras hasta lanchas robadas, los intentos de migración por mar continúan aumentando, lo que pone de relieve la gravedad de la crisis en la isla y la falta de soluciones estructurales a largo plazo.
Este fenómeno refleja un desesperado intento por sobrevivir y encontrar una vida mejor, aun cuando el precio a pagar puede ser la propia vida.
Mientras tanto, las autoridades de inmigración han hecho un esfuerzo por dejar claro que quienes intentan entrar al país de manera irregular serán expulsados bajo el Título 8, una ley que ha reforzado las deportaciones y que ha mostrado ser un muro infranqueable para muchos.
Y aunque las cifras son alarmantes, parece que 2024 marcará un punto clave en esta crisis. Las llegadas a Estados Unidos han disminuido de manera constante desde mayo, con agosto registrando «solo» 11,744 migrantes cubanos, la cifra más baja del año. El comisionado de la CBP, Troy Miller, atribuye esta caída al «cumplimiento de la ley y las consecuencias para los ingresos ilegales», y aunque esta declaración puede sonar tranquilizadora para algunos, lo cierto es que las olas migratorias continúan, impulsadas por un sistema que no ofrece más que incertidumbre y precariedad.
Al final del día, la realidad es clara: mientras haya una falta de oportunidades en Cuba, Estados Unidos seguirá siendo el destino preferido. Sin embargo, lo que hace que este país sea aún más atractivo para los cubanos, y no cualquier otro lugar del mundo, es un factor clave: la Ley de Ajuste Cubano. Este particular estatus legal, una suerte de excepción histórica, brinda a los migrantes cubanos una ventaja inigualable. Mientras otros migrantes enfrentan un laberinto legal para regularizar su situación, los cubanos tienen la posibilidad de ajustar su estatus migratorio si logran mantenerse en suelo estadounidense por un año y un día, ya sea que hayan llegado bajo parole humanitario o incluso de manera ilegal.
La ley, que ha sido una piedra angular en las políticas migratorias entre Cuba y EE.UU. desde 1966, permite que los cubanos soliciten la residencia permanente mucho más rápido que migrantes de otros países, a quienes las trabas legales y los tiempos de espera prolongados les impiden acceder con la misma facilidad. Este «camino expedito» es algo que ningún otro país ofrece, ni en América Latina ni en Europa, lo que convierte a Estados Unidos en un destino casi insustituible para los cubanos.
De hecho, más allá de las restricciones que el gobierno estadounidense pueda implementar y de los riesgos inherentes a cruzar fronteras de manera irregular, el atractivo de poder regularizar su situación al cabo de un año pesa más que cualquier posible obstáculo. No es solo una promesa de mejor vida económica, sino también la posibilidad tangible de estabilidad legal, algo que para muchos migrantes del mundo es solo un sueño distante.
En este sentido, la Ley de Ajuste Cubano sigue siendo un imán poderoso que, en la práctica, convierte a la frontera sur en una puerta semiabierta, donde el costo de cruzar puede ser alto, pero las recompensas a largo plazo resultan prácticamente garantizadas para quienes logran llegar. Mientras esta ley siga vigente, y mientras las oportunidades en Cuba sigan siendo escasas, las cifras de escándalo no harán más que aumentar.
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