En Cuba, la generación actual de cubanos parece haberle perdido el miedo a protestar.
Ninguno de los miles de jóvenes cubanos parece querer acatar el viejo y sabio consejo que sus padres y abuelos seguían al pie de la letra: «Habla bajito».
Refranes como «las paredes tienen oídos» o «entre cielo y tierra no hay nada oculto» – o este otro: siempre hay un ojo que te ve – parece que se han «olvidado», o que los muchos años de penurias, sufrimientos, corrupción, promesas y mentiras, ya no le sirven a una generación que no tiene el referente cercano de el llamado «tiempo de Batista» o «el capitalismo».
Un artículo de Havana Times nos describe como los jóvenes cubanos parecen haber perdido el miedo a protestar, pero lo que a todas luces sucede también, visto, por ejemplo, lo sucedido en la Universidad de Camagüey, es que el gobierno cree que puede usar los mismos argumentos de antes para calmar y aplacar a los afectados. O peor: no ha aquilatado que, luego de seis décadas, es «normal» que «los nuevos» sean desobedientes y revoltosos.
«A través de Twitter, Facebook o Instagram, miles de adolescentes hablan -en voz alta, con su propia jerga, a través de códigos y dobles sentidos- sobre sus principales problemas: la falta de futuro, la necesidad de dinero, la angustia familiar por apagones o alimentos, la migración. , adoctrinamiento en el sistema educativo, servicio militar y costumbre precoz de chivatazos en la escuela,» detalla el portal noticioso.
Una de esas personas que parece haber sentido muy adentro «la falta de futuro, la necesidad de dinero, la angustia familiar por apagones o alimentos» fue la joven Amelia Calzadilla, cuyo rostro «terminó» hasta en un medio de la Florida, pero no tan «miamero» y sí «más americano», como Local10.
La noticia, cubierta por un ex corresponsal en La Habana, Haztel Vela, detalla el caso de Amelia días después y dice: «Video de madre frustrada con condiciones de vida en Cuba se vuelve viral».
Una colega desde La Habana lo afirma: «la gente ya no tiene miedo».
La colega detalla cómo, cada vez son más, los «protestones» y dice que el país puede convertirse en «hervidero de Amelias».
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