El Sistema Eléctrico cubano depende fundamentalmente del buen servicio de dos termoeléctricas: Guiteras y la Felton. Además depende de un suministro de combustible estable, que la isla no tiene y tiene que comprar, sin tener dinero para comprarlo.
La inestabilidad en el suministro eléctrico en el sistema nacional ha vuelto a encender las alarmas en Cuba.
A pesar de los recientes esfuerzos por estabilizar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) después de un apagón total el 18 de octubre, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, reconoció la vulnerabilidad del sistema y aseguró que, aunque «el sistema está débil», las condiciones actuales son distintas a las que desencadenaron el colapso nacional, afirmando que “no habrá otro apagón total”.
Sin embargo, para muchos cubanos, la fragilidad del sistema y el déficit energético actual, que se ha duplicado en tan solo una semana, auguran un escenario incierto.
La situación energética se ha vuelto cada vez más crítica, con una lista creciente de plantas termoeléctricas fuera de servicio, entre ellas la Antonio Guiteras y la Felton, dos de las unidades más importantes del SEN.
El déficit de generación ha escalado de 879 MW el 24 de octubre a un alarmante pronóstico de 1,590 MW para la tarde del 31 de octubre, una cifra que, según los cubanos, se asemeja a las condiciones previas al último apagón nacional.
El propio De la O Levy indicó que la Termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, resultó crucial en el colapso de octubre, y los temores de otro evento similar están muy presentes en la población.
El incremento de los apagones y el déficit eléctrico han provocado, en cadena, una reacción sin precedentes en redes sociales, con ciudadanos que expresan su frustración y temen que el país esté a «solo una avería más de un colapso total». La incertidumbre de la población crece, especialmente en las zonas más afectadas del centro y el oriente de la isla.
De hecho, muchas de las termoeléctricas están funcionando por debajo de su capacidad y en estado de emergencia, mientras que otras, como la Carlos Manuel de Céspedes en Cienfuegos, quedaron afectadas al intentar compensar la pérdida de generación durante la crisis anterior.
Las críticas también han aumentado en torno a la desigualdad en la distribución de energía, con La Habana recibiendo un suministro más estable, lo que ha generado resentimiento en las provincias menos favorecidas. A raíz de estos apagones, han surgido protestas en diversas localidades, donde los cubanos exigen un suministro energético más equitativo.
Un problema central en esta crisis es la escasez de combustible, que, según el ministro, es el “mayor obstáculo” para la generación de electricidad. De la O Levy explicó que el suministro de diésel y fueloil está “concentrado en solo dos puntos del país”, lo que ha complicado su distribución.
Este déficit de combustible ha dejado fuera de servicio a casi la mitad de los 1,401 motores de generación distribuida, un sistema que se creó bajo el mandato de Fidel Castro precisamente para evitar apagones en tiempos de crisis.
Es obvio que los millones que gastó Fidel Castro con mandato dictarorial – a pesar de haber recibido advertencias de que eso no era lo correcto y que acentuaría la petróleo-dependencia del país, no ya de la URSS sino de Venezuela -, fue un despilfarro de dinero con el que, por el contrario, se pudieron haber creados parques fotovoltáicos y eólicos. Según revelara una fuente a este redactor en el año 2012, Fidel Castro había rechazado iniciativas similares, en la década de los 90´y 2000´ de parte de una empresa alemana con la cual no quiso hacer negocios bajo el argumento de que «la Revolución no hacía negocios con el capitalismo.»
La fuente, que estuvo presente en esa conversación, dijo que los alemanes se marcharon muy molestos, porque percibieron que el trato, por ser ellos herederos de la Alemania Federal había sido indignante. Incluso, se molestaron y expresaron argumentos como «después se quejan del bloqueo».
Un proyecto similar, por parte de Francia, de establecer un parque eólico en la zona del Puerto de Manatí, fue rechazado también por parte de Castro cuando este ejercía como dictador en la isla.
Esa zona de fuertes vientos en la costa norte de Cuba, entre las provincias de Las Tunas y Holguín, es un área con condiciones favorables para la energía eólica debido a sus vientos constantes y potentes, y ha sido considerada en varios estudios como una ubicación ideal para proyectos de energía eólica en la isla. También en Gibara, al norte de Holguín, se han instalado algunos parques eólicos debido a condiciones similares, con vientos que favorecen la generación de energía limpia. Pero todos tardíamente.
Por el contrario, Castro se aferró a la idea de que el flujo de petróleo desde Venezuela no se extinguiría, que Chávez sería eterno, y la realidad este 2024 es una e indiscutible: el arribo de nuevos cargamentos de combustible ha sido afectado. Según el ministro ha sido «por el mal tiempo que ha dificultado el atraque de los barcos en los puertos cubanos».
A pesar de la llegada reciente de 400,000 barriles de petróleo mexicano a través del buque ‘Vilma’, en sustitución del crudo venezolano, la distribución sigue siendo lenta, generando un impacto significativo en el suministro de energía y provocando cortes en más del 50% del territorio nacional durante las horas pico.
Por suerte para la isla y a saber hasta cuándo dura la bonanza, la relación entre Cuba y México se ha fortalecido en el ámbito energético.
Claudia Sheinbaum, presidenta mexicana, aseguró recientemente que continuarán los envíos de petróleo a Cuba “aunque haya críticas”, justificando que se trata de una ayuda “humanitaria”.
Aunque los 400,000 barriles enviados por México representan solo un 25% de la producción diaria mexicana, el apoyo ha generado reacciones, y algunos analistas ven en esta ayuda una motivación política, dado que el régimen cubano ha dependido históricamente de otros países para sostener su infraestructura energética.
Es probable que México se aburra de recibir mala paga; o que el heredero de Castro, continúe sacando médicos de los hospitales cubanos y enviándolos a México, tal y cómo hacía antes con Venezuela a cambio, precisamente, de petróleo.
Sin embargo, la infraestructura cubana, considerada obsoleta y deteriorada, apenas logra beneficiarse del apoyo mexicano. Expertos aseguran que la falta de inversión y mantenimiento en las termoeléctricas cubanas sigue siendo un problema estructural, y que el petróleo importado no es suficiente para aliviar las crisis recurrentes.
Por si fuera poco, la complejidad de la logística para llevar el combustible a toda la isla ralentiza la recuperación del SEN, lo que perpetúa la inestabilidad.
Mientras tanto, los ciudadanos cubanos mantienen su preocupación ante un posible nuevo colapso del sistema. Los comentarios en redes sociales reflejan esta ansiedad, con usuarios que se quejan de la “logística inentendible” del suministro de combustible y otros que expresan su desesperanza ante lo que consideran una crisis sin fin.
La posibilidad de una desconexión total similar a la de octubre sigue siendo motivo de alarma, especialmente en la región centro-oriental, que ha sufrido apagones de más de 20 horas consecutivas en algunas ocasiones.
Para muchos, el llamado “apagonazo” sigue siendo una experiencia traumática, pues afectó no solo el ritmo de vida, sino también la economía doméstica.
La pérdida de alimentos por falta de refrigeración provocó incluso un suicidio familiar en la isla.
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La Realidad del Sistema Eléctrico Cubano
A pesar de los esfuerzos del gobierno cubano y del discurso optimista del ministro, la realidad del sistema eléctrico nacional es otra. La falta de combustible sigue siendo un factor determinante en la crisis energética actual, agravada por el envejecimiento de las centrales termoeléctricas, muchas de las cuales superan los 40 años de operación sin mantenimiento adecuado. La Unión Eléctrica ha intentado suplir el déficit con el sistema de generación distribuida, pero el esfuerzo ha sido insuficiente ante la magnitud de la crisis.
Mientras tanto, los cubanos siguen en la espera de una solución que parece cada vez más lejana. Los constantes apagones y la incertidumbre en el suministro de energía eléctrica han generado un clima de desesperanza entre la población. Muchos temen que, ante el deterioro acelerado del SEN, el país esté en camino a enfrentar apagones aún más prolongados y severos en un futuro cercano.