El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel se fue esta mañana hasta el barrio capitalino de La Timba, acompañado de los secretarios del Partido de todas las provincias y también del municipio especial Isla de la Juventud, para darse «un baño de pueblo», y mostrarle a los dirigentes provinciales como es que se están reanimando las comunidades vulnerables en la capital.
Allí, Díaz-Canel se dio una paseadita y hasta chocó de puños con par de guatacones del barrio, en una comunidad de las de mayor complejidad en La Habana, tradicionalmente olvidada, a pesar de encontrarse no muy lejos de donde viven la mayoría de los mayimbes del país.
Dice Presidencia Cuba en su cuenta de Twitter que Díaz-Canel se llegó hasta allí «a caminar sus calles y escuchar a su gente», pero del dicho al hecho va mucho trecho.
La prensa oficialista asegura que en La Timba «se revitalizan esquinas, calles, parques, viviendas, escuelas, consultorios, redes hidráulicas o bodegas» y a juzgar por los números ofrecidos por el gobernador de La Habana, Reinaldo García, en diez años más, La Timba será como Manhattan.
Sí, porque desde que los cubanos salieran en masa a las calles el pasado 11 de julio exigiendo cambios, por La Timba parecen que han pasado todas las constructoras y Ecoas del país.
La oficialista agencia Prensa Latina expone las palabras del gobernador y este dice que ¡en tan solo ocho semanas de trabajo! «tuvieron lugar más de 32 mil acciones, de ellas seis mil 611 de índole constructivo y 26 mil 143 sociales, que buscan la reanimación económica y social».
¡Ni los constructores de Chicago en los años 20´!
Lamentablemente Díaz-Canel perdió su tiempo. De más provecho hubiese sido que se hubiese llegado a Santos Suárez, municipio de Diez de Octubre, no muy lejos de La Timba, donde en la ferretería en MLC de Infanta y Desagüe se ha formado todo un desmadre.
Allí ni siquiera hay información al público, y no existe una persona responsable a la que se le pueda preguntar.
Así lo manifiesta en su carta al diario oficialista Juventud Rebelde un cubano que asegura que además se venden los turnos de las colas. Por si fuera poco, dice esta misma persona, a menudo falla la conexión, así que los POS dejan de funcionar.
También hubiese podido Díaz-Canel llegarse a Marianao, donde según Yandira Fuentes, residente en la calle 122, entre 33 y 35, «el descontrol, la falta de respeto hacia el prójimo y el desparpajo burlesco hacia los vecinos que compramos allí no tiene calificativo alguno» se han apoderado de el quiosco de Photo Service de calle 124, esquina a 33.
Allí también ha serios problemas con la cola. Las personas hacen cola desde una semana antes «para lo que sea que entre».
Denuncia la quejosa que son personas que «ni trabajan ni estudian» y que por tanto tienen todo el tiempo del mundo para apoderarse de todo lo que entra en la tiendecita.
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