Venegas, ese pequeño pueblito en la provincia de Sancti Spíritus que cuenta con una calle principal, un Círculo Social Obrero, una farmacia, un policlínico, dos bodegas, y una «discoteca», fue el lugar escogido por los dirigentes de la provincia para «sacrificarle» una ofrenda de conejos y cerdos al mandatario cubano Miguel Mario Díaz-Canel, en la visita de este a una cooperativa en la cercana Yaguajay.
La cooperativa en cuestión adolecía de animales y a los dirigentes provinciales se les ocurrió movilizar de la cercana Venegas, sita aproximadamente a una hora de viaje en auto desde Yaguajay, una X cantidad de animales para hacer las delicias de Díaz-Canel.

De allí Canel se dió un salto a la ya mencionada Venegas, donde visitó el único policlínico que existe, y una vaquería cercana, donde sabe Dios si trajeron vacas y terneros, también prestados de campesinos, para dar la impresión de que el modelo económico del país es efectivo. Allí, los trabajadores se pusieron en fila india para saludarle, sonrientes además.
Se desconoce si Díaz-Canel fue informado sobre la corrupción en ese territorio, que ha visto reflejado en los últimos dos meses, en la prensa provincial, sonados casos de corrupción entre dirigentes de Comercio en la provincia.
La falsa prosperidad formó parte de los cientos de obras de teatro de este tipo que en ocasiones se celebran en el país; una estrategia que, según nos ha enseñado la historia de Cuba, ha sido común en la isla por décadas.
Así sucedió hace unos meses en Cienfuegos, cuando se llevó desde Acopio a La Juanita, cientos de sacos de viandas, variadas, y cajas con vegetales (tomate, lechuga, col, pepino) pues por allí pasaría el defenestrado Quintero. Quintero no pasó, y el pueblo amontonado en la placita vio cómo, delante de sus ojos, volvían a cargar todo y se lo llevaban de nuevo para Acopio, lugar distante a la salida de la ciudad.
Tales acciones han sido condenadas en redes sociales como un insulto a los ciudadanos y una muestra del autoritarismo gubernamental que no atiende las verdaderas necesidades de la población, pero las quejas nunca han llegado a ningún lado.
Los cubanos, en general, siempre han mostrado una profunda frustración y desilusión hacia estas prácticas, vistas como emblemáticas de una gestión que evade la responsabilidad y la realidad de la vida diaria en Cuba, pero que se sepa este tipo de puesta en escena nunca le ha costado el puesto nadie.
Todavía permanece en su cargo el ilustrísimo «comendador» de Songo La Maya, a pesar de que el pasado mes de marzo fue «chivateado» por un santiaguero., que interrumpió una perorata de Díaz-Canel, para decirle que que “gracias a que usted venía hoy nos pintaron La Maya hace una semana”.
“Tú sabes que si yo supiera que cada vez que yo vaya a un lugar van a pintar los lugares, estuviera todos los días en todos los lugares”, fue la respuesta triunfalista que dio Díaz-Canel, que debe conocer muy bien cómo es que se monta el escenario en los lugares que serán visitados, porque seguramente él también lo hizo cuando era dirigente provincial y le avisaban de que Fidel o Raúl lo visitarían.
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