La cantante cubana Dianelys Alfonso Cartaya, conocida artísticamente como La Diosa, enfrenta un complejo panorama legal tras ser demandada por Cántalo TV, una empresa liderada por el empresario Armando Labrador, también dueño de la famosa clínica estética My Cosmetic Surgery.
Labrador y su compañía de medios acusan a la artista de incumplir un contrato firmado en 2023 y de no haber cumplido con los términos financieros establecidos, reclamando una indemnización que supera los 100.000 dólares.
Presentada en la corte de Miami-Dade por la abogada Lilly J. Real, la demanda alega que La Diosa acordó entregar el 20% de sus ganancias netas mensuales a Cántalo TV, su representante exclusivo. El contrato también estipulaba que la artista debía presentar reportes mensuales de sus ingresos, condición que, según la parte demandante, nunca cumplió.
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Un punto central en el conflicto es un préstamo de 91.000 dólares otorgado por Cántalo TV en 2023 para que la cantante adquiriera un vehículo de lujo. En abril de ese año, La Diosa celebró públicamente la compra de un Cadillac, agradeciendo a Armando Labrador por su apoyo. Aunque la artista realizó pagos parciales que suman 60.000 dólares, aún adeuda 31.000, según el documento legal.
Cántalo TV también asegura que desde el inicio del acuerdo, La Diosa se habría quedado con el 100% de las ganancias generadas por sus actividades artísticas, ignorando la cláusula contractual que asignaba a la empresa el 20% de sus ingresos. Por este motivo, la demanda incluye no solo el monto del préstamo pendiente, sino también el pago retroactivo del porcentaje estipulado, junto con intereses y costos legales.
La noticia ha causado revuelo en el ámbito artístico y entre los seguidores de la cantante, quien no ha emitido declaraciones hasta el momento. Este enfrentamiento legal marca un giro inesperado en la carrera de La Diosa, conocida por su carácter desafiante y su consolidación en la escena musical de Miami desde su llegada en 2023.
Cántalo TV, por su parte, ha trabajado con otros artistas y mantiene una fuerte presencia en la industria del entretenimiento. Esta disputa pone en evidencia las complejidades de los acuerdos entre artistas y empresas, y la importancia de cumplir con las obligaciones contractuales para evitar enfrentamientos legales de alto perfil.
