Señores, pongámonos serios un momento. Si nos atenemos a la versión oficial del Ministerio del Interior cubano (MININT), una simple estudiante, con un simple spray de gas pimienta, roció una motorina y, de alguna manera mágica, el gas subió hasta el segundo piso de un instituto preuniversitario en Matanzas, causando la evacuación de 926 alumnos y 65 trabajadores, además de la hospitalización de 35 adolescentes con dificultad para respirar y sensación de desmayo. Si no fuera trágico, sería el mejor libreto de una película de ciencia ficción de bajo presupuesto.
Según la narración oficial, la alumna en cuestión «sólo quería molestar a un profesor» y el gas terminó intoxicando a medio preuniversitario. Nadie explica cómo fue posible que un simple spray generara tal nivel de afectación. ¿Era un gas pimienta fabricado por la NASA? ¿O acaso el MININT nos quiere hacer creer que en Cuba las leyes de la física funcionan de manera diferente?
Para un ex luchador de cerveza de pipa en los carnavales y entradas a ver películas de Bruce Lee en los cines en los años 80, me precio y con orgullo de haber sido rociado varias veces con gas pimienta. Tanto yo como aquellos mancebos que luchaban por los mismos derechos al acceso de una perga de la fría, o de una entrada al cine. Entonces… yo, que fui rociado y vi rociar a decenas de personas, que tosieron y lloraron, durante un par de minutos, ¿tengo que creer esta versión?
Para que quede claro: el gas pimienta está diseñado para causar irritación en ojos y vías respiratorias, sí, pero su efecto es localizado y temporal. No genera intoxicaciones masivas ni envía decenas de personas al hospital. Pero aquí no solo tenemos alumnos hospitalizados, sino que ni siquiera presentan los síntomas característicos del gas pimienta: ninguno reportó ardor en los ojos o lagrimeo excesivo, sino más bien falta de aire, debilidad y desmayo. ¿Qué explicación nos darán después? ¿Que la menor portaba una versión industrial de gas pimienta del tamaño de un extintor y lo descargó en todo el colegio? Bueno, se sabe ya que el régimen ha adquirido en España «armamento moderno», entre los que destacan spray pimientas que impactan a 15 metros de distancia pero… hasta ahora no se sabía que podían salir de un parqueo, ascender como columna dos pisos en pleno descampado y hospitalizar a 35 personas. ¿Estaría vencido?
Este es el gran clásico de la prensa oficialista en el 2025: primero dicen que no saben nada, que es un «escape de gas de origen desconocido», y después, como por arte de magia, resulta que la culpa la tiene una niña con un spray. ¿Cuándo entenderán que, en esta era de internet y redes sociales, la gente tiene acceso a información real y ya no compra estas versiones de los hechos que parecen sacadas de un libro de cuentos para niños?
El problema es que los cubanos ya estamos acostumbrados a estas explicaciones alucinantes, a estos cuentos en los que la lógica y la ciencia se van de vacaciones. La estrategia comunicacional del régimen sigue siendo la misma de siempre: culpar a un factor menor, desviar la atención y esperar que la gente se trague la explicación sin chistar. Pero ¡oh, sorpresa!, ni siquiera los comentaristas en los foros de los propios medios oficialistas lo creen.
Gracias a la inteligencia artificial y cálculos matemáticos y físicos hechos, hemos podido recalcular las dimensiones y considerar que el preuniversitario ocupa casi toda una manzana (aproximadamente 100×100 metros). Dada la ubicación de las aulas, el parqueo y el hecho de que todo está al aire libre, lo cual afectó la dispersión del gas, actualizados los cálculos considerando este nuevo contexto, los datos arrojan que:
- Para afectar un aula (con dispersión en un espacio al aire libre): Se necesitarían 2,400 litros de gas pimienta.
- Esto equivale a 24,000 sprays comerciales de 100 ml o 4,800 sprays policiales de 500 ml.
- Para afectar todo el edificio (considerando la dispersión en un entorno abierto): Se necesitarían 1,000,000 litros de gas pimienta.
- Esto equivale a 10,000,000 sprays comerciales de 100 ml o 2,000,000 sprays policiales de 500 ml.
Conclusión: La explicación oficial sigue siendo un sinsentido. Para lograr semejante afectación con un spray, este tendría que ser más grande no que un extintor, como dijimos en el título, sino más grande que un camión cisterna.
Si la narrativa oficial no resiste el más mínimo análisis lógico o técnico, la torpeza con la que el gobierno maneja la información sigue siendo asombrosa. En vez de reconocer la realidad, asumir responsabilidades y aplicar medidas que eviten que estos episodios vuelvan a ocurrir, optan por la ruta más fácil: dar una explicación absurda, confiar en que la gente la repita y seguir adelante como si nada hubiera pasado.
Pero, por lo visto, ya nadie se lo cree. La gente está cansada de explicaciones que desafían la lógica y el sentido común. Y si en la cúpula del poder piensan que los cubanos se siguen tragando estas historias sin cuestionarlas, es que todavía no se han dado cuenta de que la realidad, por mucho que intenten maquillarla, siempre termina saliendo a la luz.
Na… un poco más y tienen que evacuar a toda la ciudad.
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