Desde el título del Máster en Ciencias del semiñoco Humberto López, hasta el poco condumio cerebral de todos los presentes, acusados o no, pasando por las preguntas inducidas, hasta las cinco pistolas y unas balas.
De todo, absolutamente de todo, se han burlado los cubanos en las redes sociales a raíz de un «documental» exhibido en la Televisión Nacional anoche donde se mostrarían los elementos de un acto terrorista – o varios – frustados por la Seguridad del Estado en Cuba.
Desde la propia llegada en una moto acuática al país, nueve años después de residir en los EE.UU., bien poco se podía esperar del individuo presentado como perpetrador in situ de planes terroristas en el país.
Sin que nadie se moleste… eso estaría bien para un recién llegado. Después de 9 años en los EE.UU. hay que tener muy mala preparación «política ideológica» para, por cuatro pesos, meterse en Cuba ilegal, traer armas e incluso, sonsacar a tu propio padre.
Resultado: nadie se creyó el cuento. Y no es que se dude la llegada del «terrorista» al país, sino del modo descarado en que lo hizo. Sin posibilidad alguna de triunfo. Es como mandar a alguien a la calle sin paraguas, con el cielo encapotao.
Y todo, todo mostrado el día 8 de julio. Escasamente 72 hrs antes de un aniversario más del 11J. Una demostración o poderío de fuerza donde, además, se intentón vincular al «terrorista» con «elementos radicados en el Sur de la Florida», a los cuales el régimen califica de igual modo.
Bastaría en todo caso el nombre de uno, dos, tres o cuatro, de los que presuntamente están vinculados al infiltrado, pero en pantalla aparecieron todos los youtubers – desde Alex Otaola hasta Ultrack – que al menos en el caso de Otaola, jamás ha incitado a nadie a un acto terrorista. Eliécer Ávila tampoco.
Sin embargo, el objetivo era mostrarlos culpables. Enseñarle al pueblo que consumir ese material audovisual es dañino, pero a todo, absolutamente a todo, le sacaron laska los memeros. Y hasta periodistas ilustres como Mario J. Pentón.
La gran pregunta que no se hizo anoche fue esta: ¿qué diferencia hay entre aquellos 82 que en el 1956 entraron, con armas, por la costa sur de Cuba y este que ahora, entró?
Más allá de lo obvio, que entró por la sur y en un jetski, y que era uno solo, la respuesta es obvia: NINGUNA.
Pero bueno, por suerte, nos quedan siempre los memeros. Así, la gente puede divertirse.
