Con lágrimas en los ojos y su hija pequeña a su lado, una joven cubana grabó un video que circula en redes pidiendo clemencia para su esposo, Rainer Rodríguez Delgado, actualmente detenido en Estados Unidos bajo riesgo de deportación. La mujer asegura que el caso es injusto, pues su pareja cumple con todos los requisitos para ajustar su estatus migratorio y ha llevado una vida intachable desde su llegada al país.
En su testimonio, publicado en sus redes sociales por el periodista cubanoamericano Mario J. Pentón, la esposa relata que Rainer cuenta con un proceso de residencia en marcha y que siempre ha cumplido con las reglas.
“Él no tiene ni una multa de tráfico, siempre ha trabajado, declara sus impuestos y está pendiente de nuestra niña desde que nació. No entiendo por qué lo quieren deportar”, dice entre sollozos. La mujer explica que incluso existe una apelación pendiente, pero que la detención y posible expulsión podrían destruir a la familia.
El caso ocurre en medio del creciente escrutinio sobre el uso de las llamadas I-220B, documentos de supervisión migratoria que en los últimos meses se han convertido en un punto de conflicto legal. Muchos cubanos los recibieron al entrar al país y han tratado de ajustar su estatus a través de peticiones familiares, pero al mismo tiempo el documento se utiliza en tribunales como argumento para acelerar deportaciones.
La detención de Rodríguez coincide con el debate nacional sobre las condiciones de los inmigrantes en centros temporales de detención, conocidos ya como Alligator Alcatraz en Florida. Organizaciones de derechos civiles denuncian que muchos de los allí recluidos han sido presionados para firmar órdenes de salida voluntaria sin el debido acceso a abogados. La ACLU, en una demanda federal, ha señalado que incluso personas vulnerables, como un hombre con discapacidad intelectual, fueron inducidas a firmar documentos de deportación a cambio de cosas tan básicas como una manta.
Mientras los tribunales en Miami analizan si se están violando derechos fundamentales en este tipo de detenciones, familias como la de Rainer ponen rostro humano a la estadística. La esposa insiste en que sin él no sabrá cómo sostener a su hija, quien aparece en el video preguntando por su padre. “Si lo deportan, no tendríamos vida”, repite la mujer, apelando a la solidaridad y a la intervención de quienes puedan frenar lo que describe como una injusticia devastadora.
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