Cuba: La(s) caldera(s) no aguanta(n) más

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Si hay algo que cualquier cubano entiende es el refrán de que “la caldera no aguanta más”. Lo aplican a todo: desde la olla de presión que está a punto de explotar hasta la situación del país cuando ya la cosa no da más. Y si hablamos de calderas de verdad, las de las termoeléctricas, pues tampoco aguantan más. Literalmente. El Sistema Electroenergético Nacional (SEN) de Cuba está en terapia intensiva, y cada día es peor.

El último golpe vino de la Unidad 1 de la Central Termoeléctrica (CTE) Lidio Ramón Pérez, en Felton, Holguín, que sufrió una avería en el sistema de enfriamiento del generador. Según la Unión Eléctrica (UNE), hay que enfriar la turbina durante siete días y luego desarmar la carcasa para ver qué pasó. Eso significa que estará fuera de servicio por unos 20 días, y todo esto en medio del apagón más grande del año.

El jueves 13 de febrero, la UNE anunció que el 57% del país se quedaría sin corriente durante el horario pico. Se previó un déficit de 1.810 megavatios (MW). Traducido a la realidad: más de medio país a oscuras mientras el resto cruza los dedos para que la luz no se vaya. En algunas zonas solo hay cuatro horas de electricidad al día, y en provincias como Villa Clara, Las Tunas o Matanzas, la gente ha reportado apagones de más de 30 horas seguidas.

Las calderas de Felton no son las únicas que están KO. La UNE informó que también están fuera de servicio la Unidad 3 de la CTE Santa Cruz, las unidades 5 y 6 de la CTE Nuevitas, la Unidad 6 de la CTE Renté y la Unidad 2 de Felton. Todo un desastre. Tan desastroso que hasta en el NTV hicieron un reporte especial, donde otra vez el vilipendiado Lázaro Guerra, que de mago no tiene nada, salió con su cara de cul…pa característica.

Por si fuera poco, en La Habana, que siempre ha sido la niña mimada en cuanto a electricidad, la cosa también se está poniendo fea. Ya no es raro ver que en algunas zonas hay tres horas de luz y tres horas de apagón, como en el resto del país. Un delegado del Consejo Popular Catedral, de La Habana Vieja, incluso les dijo a sus vecinos que se prepararan como si se acercara un ciclón: almacenen agua, carguen los teléfonos y cocinen todo lo que pueda echarse a perder, según señala Cubanet en un reporte.

Pero no hace falta que nadie diga nada. La gente ya lo sabe. Los apagones en Cuba son como el pan nuestro de cada día. Y cuando la corriente se va, se detiene todo: la barbería se queda con los clientes a medio pelar; la maestra de preuniversitario se niega a ir a trabajar porque no tiene ni con qué planchar la ropa; y los que estaban en Coppelia, en La Habana, ven cómo el helado se convierte en batido porque a las tres de la tarde se va la luz y no vuelve hasta Dios sabe cuándo. ¡Todo derretido! Como está el cerebro de los cubanos ya de tanto apagón.

Y si hablamos de desmoronamiento, el caso del poblado carbonero Las Carboneras, en Las Tunas, es la ilustración perfecta de lo que está pasando. Ese lugar era conocido por su producción de carbón, ese “oro negro” que hoy se paga hasta a 1.400 pesos el saco en Holguín. Pero el pueblo desapareció, señala 14ymedio. La gente se fue poco a poco. Se llevaron las puertas, las ventanas y lo que pudieron para tratar de sobrevivir en otro sitio. Los carboneros se cansaron de vivir entre mosquitos, borracheras y amenazas de ladrones. “Aguanté todo lo que pude, pero me robaron los animales. Mi mujer entró en un estado de nervios”, contó Enrique Pérez, un carbonero de toda la vida. Ahora vive en un ranchito improvisado en Puerto Manatí.

El Estado pagaba 15 pesos por kilo de carbón, cuando en la calle el saco cuesta el triple. Resultado: nadie quiere hacer carbón. Pero el gobierno sigue pidiendo machetes afilados y limas, como si eso bastara para convencer a la gente de volver a un pueblo que ya ni existe. “Ya no hay modo de recuperar la comunidad”, sentenciaron las autoridades locales.

En medio de este caos, el gobierno cubano anunció medidas de urgencia. Suspendieron las clases y el trabajo los días 14 y 15 de febrero, para que la gente consuma menos electricidad.

Rusia, por su parte, nos envió 100 mil barriles de petróleo; y también nos mandaron dos millones de dólares desde Rusia para comprar piezas de repuesto para las termoeléctricas.

Así lo dio a conocer el embajador de Rusia en Cuba, Víktor Koronelli, en declaraciones hechas a la agencia rusa RIA Novosti, donde señaló además que «uno de los proyectos prioritarios (del Kremlin) en este momento es la construcción de una unidad de energía de 200 MW, así como la modernización de cuatro unidades existentes, con una capacidad de 100 MW cada una».

«Rusia le ha dado a Cuba dos millones de dólares en ayuda humanitaria para suministrar piezas de repuesto críticamente importantes, necesarias para reparar las centrales eléctricas locales. Esperamos que en un futuro próximo esto contribuya a mejorar la situación del suministro de energía», indicó el diplomático.

Estos dos millones, se supone, pertenezcan a la partida anunciada en noviembre pasado, por el viceprimer ministro de Rusia, Dmitri Chernichenko, quien en ese momento anunció que «Moscú había otorgado un crédito de 60 millones de dólares a Cuba para la compra de combustibles, así como un donativo para la adquisición de piezas y componentes necesarios para la recuperación de las termoeléctricas cubanas; aunque Koronelli, en sus declaraciones de ahora, no precisó en sus declaraciones si estaba haciendo referencia a lo anterior cuando mencionó la suma millonaria, señala Diario de Cuba.

Pero… Si los 2.200 millones de euros que Moscú prometió en 2015 no resolvieron nada, ¡qué se va a resolver con dos millones ahora! Eso da para remendar un par de calderas y quizás que aguanten hasta el próximo desastre.

Reportes de 24 horas sin servicio eléctrico, y hasta 30, o dos días, han inundado las redes sociales.

Mientras tanto, el cubano hace magia: cocina con carbón o a base de agua con azúcar, mete el pollo debajo de la cama envuelto en una toalla mojada para que no se eche a perder, y cruza los dedos para que “la caldera no explote”. Pero la verdad es que ya explotó hace rato. Solo que aquí nadie se ha enterado, o prefieren no decirlo.

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