En el papel el “paquete” sanitario diseñado por el Ministerio de Salud Pública para aplicar en la actual Serie Nacional de Béisbol no tiene nada que envidiarle al aplicado por los japoneses en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio o el que tendrán los chinos para los Juegos Olímpicos Invernales de Beijing en una semana.
En total son 13 normativas que deberán tener un control diario de cumplimiento que exigirán de una disciplina nunca antes vistas en esta competición deportiva, un proceso en el que la prensa deberá ocuparse en los estadios con la misma atención que presta al desarrollo de los juegos.
El haber autorizado el comienzo del torneo en todas las sedes provinciales y con acceso de público fue ya desafiante por parte de las autoridades correspondientes cuando con la aparición de la variante Ómicron se registraban las mayores cifras de contagios.
El punto a favor a diferencia de 2020 y 2021 es la progresión del proceso de vacunación en la ciudadanía.
Hace un año a pesar de disputarse los tramos finales de la 60 Serie Nacional en formato “burbuja” en Cienfuegos y Sancti Spíritus se registraron brotes de Covid-19 en los equipos por la violación de protocolos sanitarios.
La ola de contagios en la pasada temporada cobró la vida de los principales dirigentes del béisbol cubano Higinio Vélez y Ernesto Reynoso y del técnico de seleccionados nacionales Benito Camacho. Dos glorias pinareñas, Giraldo González y Reinaldo Costa, también perecieron por la infección.
Las autoridades sanitarias advierten para esta 61 Serie Nacional que “el incremento de casos de Covid-19 en todas las provincias, y la circulación de la variante Ómicron, caracterizada por una elevada contagiosidad, hace necesario adoptar medidas que permitan la celebración exitosa del esperado certamen”.
El protocolo aprobado incluye: Utilizar los estadios al 50 % de su capacidad. Evaluar en cada territorio las condiciones higiénico-epidemiológicas para incrementar el aforo hasta el 70 % donde sea posible; no permitir la entrada a ninguna institución de personas con síntomas respiratorios y uso obligatorio del nasobuco, exceptuando a los deportistas que se encuentren participando activamente del juego. Mientras se encuentren en el dugout, su uso es obligatorio. No incluye a los árbitros.
Garantizar la desinfección de las manos a la entrada de los estadios con solución de hipoclorito de sodio al 0.1 % o solución hidroalcohólica, y la desinfección de superficies y medios deportivos antes y después de culminar cada partido en ambos club house, además del resto de los locales.
Desarrollar acciones encaminadas a facilitar el distanciamiento físico (ejemplo: marcaje de los espacios en las gradas);mantener solución de hipoclorito de sodio al 0.1 % o solución hidroalcohólica para la desinfección de las manos en todos los locales que brindan servicios.
Asegurar las condiciones higiénico sanitarias para la manipulación, elaboración, expendio y almacenamiento de los alimentos; los equipos de salud de cada plantel tendrán la obligación de mantener una estricta vigilancia clínico epidemiológica sobre los atletas para detectar de manera oportuna cualquier síntoma o signo sugestivo de la enfermedad.
Realizar termometría en tres momentos del día a los atletas, entrenadores y otros que conformen las delegaciones; no permitir atletas con síntomas de la enfermedad en ningún juego. En caso de detectarse debe ser separado de inmediato del resto del equipo, para evitar el contagio.
Garantizar condiciones de alojamiento y transportación sin hacinamiento para los equipos y realizar test de antígeno SUMA a los equipos un día antes de moverse hacia otra provincia, completan las exigencias sanitarias.
Sabiendo el poco público que tradicionalmente asiste a los estadios en la primera fase del torneo no parece un dolor de cabeza el cumplimiento del aforo. El desafío es el control y la disciplina para las demás medidas. La televisión debería ocuparse cada día al menos desde donde transmite de mostrar las transgresiones de los protocolos.
