En días recientes, Cuballama publicó una nota sobre el encuentro deportivo que organizaron un grupo de lesbianas en el parque Montebarreto, de La Habana. Las ahora populares Tortiolimpiadas despertaron tantas molestias que el post al parecer llegó a ser reportado y Facebook canceló su publicación.
Resulta que el tope deportivo lo organizaron un grupo de lesbianas muy orgullosas de su condición y dispuestas a exigir un país menos discriminatorio para sus familias. Eso molestó demasiado. Como molestó también que las mismas lesbianas decidieran satirizar el término cuya razón de ser ha sido ofender a las mujeres que tienen sexo con otras mujeres y que en el afán por burlar una ofensa, ellas mismas decidieran hace casi diez años bautizar la iniciativa como Tortiolimpiadas.
Lo que molesta y ofende a quienes presuntamente reportaron la publicación y arremeten pudorosos contra los activistas en cualquier red social, no es que el mundo entero esté en contra de la libertad y el derecho humano a elegir lo que considere mejor. Lo que molesta y ofende en esta situación es la valentía y el compromiso de luchar por algo a toda costa.
Si las Tortiolimpiadas no vinieran a representar la decisión de un grupo a luchar por sus derechos y a buscar el lugar que merecen en una sociedad, aunque esta no les corresponda, a nadie le importaría que un grupo de “tortilleras” se reuniera una vez al año en un parque para hacer competencias deportivas. Si las mismas decidieran continuar a la sombra, escondiendo su forma de pensar y actuar entonces las Tortiolimpiadas, en caso de que existieran, tampoco darían de qué hablar.
Sucede además que el contexto de la Cuba actual es sensible a todo tipo de acciones de este tipo, luego de que grupos liderados por las distintas religiones o simplemente personas discriminatorias se mantengan en vilo ante la inminente aprobación de un nuevo código de familias, el cual pretende aprobar una ley más inclusiva para las personas de la comunidad LGBTI.
Aunque ya se había dicho, las Tortiolimpiadas no agreden ni ofenden a nadie, de hecho, pueden participar familias heterosexuales, ancianos, niños y cualquier persona. El único requisito es desearlo, o no. Esas mismas lesbianas no dijeron jamás que había que tener relaciones sexuales con otra mujer como carta de entrada al evento, no dijeron tampoco que darían clases sobre cómo ser homosexuales, ni que adoctrinarían al respecto. La homofobia puede dar mucho miedo y es real. Por el contrario, la heterofobia es una ilusión, no existe.
El usuario de Twitter @Diarmuid_97 explicó al respecto que cuando un espacio o actividad tiene temática LGBTI significa “espacio seguro y libre de discriminación y que cualquier persona, de cualquier orientación sexual e identidad de género puede asistir, incluido los heterosexuales”.
Las Tortiolimpiadas molestan porque cambian una línea de pensamiento, porque en realidad no hacen de la orientación sexual un mérito, como respondió en un comentario el conocido memero @YoUsoMiNasobuco. Tampoco visibilizan más o menos una comunidad de personas. Solo recuerdan que esa comunidad existe, que tiene derechos y que necesita luchar por ellos.
“Para unas es acto de reafirmación, para todas es mostrar apoyo y para otras y otros pasar buen tiempo de calidad haciendo deportes con amigos”, concluyó en un comentario de Twitter la activista Dachelys Valdés Moreno.
