La llegada a España de un fiel colaborante de Yoandy Riverón, el agente de la Seguridad del Estado cubano (G-2) que la joven Karla María Pérez González acusó de ser el principal instigador para el proceso de su expulsión de la Universidad Central de Las Villas «Marta Abreus», habla a las claras de la inmensa decepción que ahora – quizás – deben sentir muchos de estos «jóvenes universitarios cubanos», que en un pasado no muy lejano colaboraron de un modo u otro con los servicios secretos en la isla. Personas que ahora «trasladaron su cuerpo» a otro país – porque sí, tal vez sus mentes todavía están en la isla – donde muy probablemente terminen radicalizándose y/o pasándose hacia el otro extremo, o comiencen a formar parte de los llamados «grupos de apoyo a Cuba.» Cabe también la posibilidad que hayan ido «de misión», y que víctimas de la nostalgia, como uno de los administradores de la página de Karlito Marx, continúen luego enviando información a la isla, a cada rato, a sus antiguos jefes y «amigos.»
Sí, mal que nos pese, en el pueblo cubano hay muchos «Fernandos» con doble vida; una de simplón, y otra de agente del G-2. Gente que, como este recién emigrado del cual hablo, hacían la tarea sucia en sus centros de trabajo. Indagando, preguntando, creándose perfiles falsos «contrarrevolucionarios» para ganar adeptos y así, contribuir un poco con «la causa», a la cual ahora parecen haber abandonado.
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Lo triste de todo esto es que si de algo se aprovechan los Servicios de Inteligencia y sobre todo el G-2 cubano, es de la juventud; la inexperiencia. Son personas expertas en manipularlo todo y que aprovechan todo, para explotar una idea. Gente que graba y luego edita los conversatorios – y las llamadas telefónicas – para luego tenerte «agarrado» para siempre. «Agentes» que te dan un billete de un dólar y te piden «compra ahí, dos refrescos, para conversar», mientras que de lejos una cámara capta el momento en el que «un agente del G-2 te paga por tus servicios de informante». No, en la calle no se conversa con agentes del G-2, ni se toma NADA de sus manos.
En esa versión clásica del cuento de la Caperucita y el Lobo, cayeron no pocas «Caperucitas» y «Caperucitos» que poco a poco se transformaron en lobos en sí mismo. Recientemente llegaron a la ciudad de Miami otras dos; una de ellas, incluso, ex presidenta de la Union de Periodistas de Cuba en Holguín.
Uno de estos «agentes» como el «ilustre» Fernando – «ya retirado», asegura, de su oficio de poca monta -, tuvo «la misión» hace ya unos cuatro años, de cubrir con fotos un evento donde, da la casualidad, se encontraba una conocidísima figura de la oposición en Cuba. En una de las fotos, el opositor estaba justo al lado de una joven «inquieta» – ya emigrada, por cierto – y fue la foto que la Seguridad del Estado le hizo llegar posteriormente a la abuela de la joven.
En realidad la joven esa noche no cruzó una palabra con el «opositor» en el evento, pero a su abuela le vendieron la idea de «mira con quiénes se reúne tu nieta». Fue una foto casual, digámoslo así, pero cayó en manos del G-2 cubano, y la anciana, revolucionaria y defensora a ultranza del proceso socialista en la isla, estuvo dos días muy mal y alterada, casi a punto de ir al hospital a chequearse el corazón, convencida que su única nieta, se reunía con elementos que pretenden derrocar el gobierno.
Y sí, una simple foto, de un joven cubano que no sabía ni quién era Iliana Ross-Lehtinnen, provocó también no pocas angustias con su familia en la isla, cuando lo vieron retratado al lado de la conocida ex congresista por el distrito 27 del condado de Miami – Dade. Al joven le pidieron «una foto» al lado de la entonces congresista – año 2013 – y su nombre y cara terminó archivada para la posteridad en los archivos de la Seguridad del Estado en la isla.
Las tres anécdotas aquí expuestas son sacadas de la realidad cubana. Esperamos que ni directa, ni indirectamente a través de una foto o un comentario a gente que Ud. no conoce, terminen en las manos equivocadas.
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