La vida de Enrique Molina se apagó el pasado 3 de septiembre tras un duro batallar contra la enfermedad más temida de estos tiempos.
A través de una ceremonia a cargo de familiares, amigos y colegas del gremio, las cenizas del actor cubano Enrique Molina fueron arrojadas este lunes al río Almendares de La Habana.
La semana pasada Cuba entera lloró la muerte del destacado intérprete, quien estuvo más de 20 días batallando contra la Covid-19 en las instalaciones del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
Al cabo de este 6 de septiembre sus restos son esparcidos en el popular afluente capitalino, que pese a su estado medioambiental, tiene un alto significado para muchos cubanos, entre los que contaba al parecer, Enrique Molina.
A cargo del solemne acto estuvieron los actores Patricio Wood y Emilio del Valle, quienes pronunciaron unas sentidas palabras en honor a la estrella del cine y la televisión de la Isla.
«En un momento tan doloroso, un grupo de familiares, amigos, actores, actrices y funcionarios de las artes escénicas dieron el último adiós a Molina en nombre del pueblo que lo llevará por siempre en la memoria», expresó la agencia Actuar en redes sociales.
Molina falleció la madrugada del 3 de septiembre, a los 78 años de edad. Según indicó un comunicado oficial, su muerte se produjo «a causa de complicaciones derivadas de la COVID-19 y tras permanecer ingresado bajo el cuidado de un equipo multidisciplinario de personal médico que luchó hasta las últimas horas por salvar su vida» en el mencionado centro hospitalario donde casi a la par permaneció el músico Adalberto Álvarez, igualmente víctima del terrible virus.
Su brillante carrera artística se encuentra plasmada en producciones como Esther en alguna parte, Contigo pan y cebolla, El hombre de Maisinicú o Páginas del diario de Mauricio, y en las telenovelas Tierra Brava, Bajo el mismo sol o La cara oculta de la luna. Su muerte representa una dura pérdida para la cultura cubana, que ya sufre la partida de otros grandes.
