Elon Musk, el magnate de la tecnología y dueño de X (antes Twitter), ha sido durante años una figura polarizadora en el mundo empresarial, pero su reciente incursión en la política estadounidense ha comenzado a afectar su imagen pública. Según una encuesta de AP-NORC, el respaldo hacia Musk entre los republicanos ha caído drásticamente, reflejando una creciente fatiga con su activismo político y su estrecha relación con Donald Trump.
El estudio revela que tanto Musk como Trump cuentan con aproximadamente un 40% de opiniones favorables, mientras que alrededor de la mitad de los estadounidenses los ven con desconfianza.
Esto marca un cambio significativo en la percepción del empresario, quien solía ser visto como una mente brillante e independiente en el sector tecnológico. Sin embargo, su alineación con el movimiento MAGA y sus constantes declaraciones políticas han generado una reacción adversa incluso dentro del Partido Republicano.
Uno de los puntos más polémicos ha sido su millonario apoyo financiero a la campaña de Trump y a otros candidatos conservadores, con un aporte que supera los 250 millones de dólares. Además, su designación como codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) en la recién establecida administración de Trump ha desatado críticas sobre la influencia de los multimillonarios en el gobierno y posibles conflictos de interés.
Aunque Musk aún goza de respaldo en ciertos sectores republicanos, su caída en popularidad se debe en gran parte a la percepción de que su involucramiento en política se ha vuelto más ideológico que pragmático. Incluso algunos de sus seguidores más fieles han expresado preocupación por su constante presencia en debates políticos y sus posturas cada vez más alineadas con el ala dura del partido.
El declive de su favorabilidad sugiere que, a pesar de su influencia económica y tecnológica, el electorado estadounidense no está dispuesto a aceptar ciegamente su rol como figura política.
Musk, quien alguna vez fue aclamado como un innovador neutral, ahora enfrenta la realidad de que su imagen pública está estrechamente ligada a la controversia política.
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