A los 12 años, Armando Valdés (Mandy) pasó de ser un niño común a protagonizar “Conducta”, una de las películas más emblemáticas del cine cubano contemporáneo.
En una reciente entrevista con la actriz Yuliet Cruz, quien interpretó a su madre en la cinta, el joven habló con honestidad sobre cómo este proyecto marcó su vida personal y profesional, transformándolo para siempre.
El director Ernesto Daranas apostó por él pese a que no encajaba en el prototipo del personaje. Armando venía de una familia humilde, pero con educación, lo cual contrastaba con la realidad del problemático Chala.
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Sin formación actoral previa, el proceso fue complicado, pero también genuino. Cruz recordó que las escenas compartidas con Armando eran emocionalmente exigentes: “Yo vivía con el corazón estrujado”.
Aunque el éxito de “Conducta” catapultó su imagen, también le trajo dificultades. “A mí, a Armando, ni le gusta que hablen de él, ni le gusta estar en boca de la gente, ni le gusta ser el centro”, expresó el joven, quien incluso tuvo problemas en el ámbito académico.
La repentina fama y el reconocimiento, incluido un premio Coral, generaron tensiones en su entorno, especialmente cuando decidió estudiar actuación en la Escuela Nacional de Arte (ENA). “Que hoy en día no sea mi pasión la actuación es un resultado de esto mismo, de la sobresaturación”, reveló.
Valdés se enfrentó a las expectativas y la envidia de algunos compañeros, e incluso profesores en la ENA. Haber sido Chala y ganado tantos premios, siendo un niño todavía, le trajo más problemas. Aunque recibió ofertas para nuevos proyectos, la escuela limitó sus participaciones hasta el tercer año de la carrera, lo que afectó su desarrollo profesional y su conexión con la actuación.
Cuando finalmente pudo hacer algo, ya no sentía lo mismo, explicó Valdés. Estas restricciones y decepciones en Cuba lo llevaron a perder el interés por la actuación, un sentimiento que, lamentablemente, persiste hasta hoy.