La primera parte de la serie que «Razones de Cuba», produce semanalmente – al parecer – contra Yunior García Aguilera, el joven dramaturgo cubano que impulsa a través de la plataforma de activismo Archipiélago una marcha por el cambio en la isla, fue vista la semana pasada, y tuvo como protagonista no a un agente llorón como el agente Fernando visto ayer, sino a Rogelio Polanco, ex embajador de Cuba en Venezuela.
Ha pasado ya una semana de eso, pero revisando materiales de archivo y mensajes no vistos en Facebook, encontré testimonios de una fuente dentro del Consejo de Estado que, el pasado jueves escribía: «¿Viste? Por eso Hugo Chávez no quería a Polanco». Vista la sarta de mentiras y la cara del ex embajador cubano en Venezuela, sí, las piezas encajan.
Hago una salvedad para un lector despistado que no sepa de quién estamos hablando.
Rogelio Polanco siempre destacó como dirigente, desde sus pininos en su natal Holguín. Fue presidente de la FEEM en la Escuela Vocacional Jose Marti, donde siempre destacó por ser un muchacho inteligente y temido.
Ya desde entonces descollaba por tres actitudes esenciales en un futuro dirigente: era chivato, no tenía novia y siempre andaba con una agenda bajo el brazo de reunión en reunión. Los que estudiaron con él alegan que en esa libreta también apuntaba todo lo que veía mál, pero esta es una «historia» que se pierde en el tiempo, tanto como su parentesco con el escritor Reinaldo Arenas, una de las víctimas del gobierno que el propio Rogelio Polanco defiende a capa y espada.
Solo su vocación «informativa» lo puso de director del diario Juventud Rebelde, a pesar de su fragilidad intelectual y mala formacion academica, que repercutieron siempre en sus escritos en la prensa oficialista. Sin embargo, y luego de llegar a La Habana en los años 80´, poco a poco, y de manera solapada, fue barriendo a su paso gente que le hacía sombra – el periodista Lázaro Barredo era uno de ellos – y de vivir «albergado» en la casa de la UJC que estaba a la entrada del río Almendares como uno más, terminó mejor parado que otros, a base de servilismo e informaciones, amén de una que otra bota a la que le pasó la lengua.
Considerado como «el tipo más pesado del mundo y sin el más mínimo sentido del humor», cuenta una fuente dentro del Juventud Rebelde que Polanco era constate motivo de burla entre los trabajadores del diario oficialista. Esta fuente refiere que la burla era «principalmente entre las mujeres» y que en una ocasión se dio una fiesta en las Playas del Este, y unas fotos de Rogelio Polanco borracho y en short se hicieron tan populares y «deliciosas» entre todos los trabajadores del medio oficialista que la burla «pasó a los hombres», entre los cuáles, uno de ellos, trabajador actual del Juventud, dijo que daría 200 CUP si alguien le hacía llegar al menos una foto de Rogelio Polanco en trusa.
Hugo Chávez vs Rogelio Polanco.
Hugo Chávez, que todo o casi todo lo sabía sobre Cuba, mandó a estudiarlo, la primera vez que su nombre le llegó a la mesa como próximo embajador en Venezuela.
A Chávez no le interesaba la rudeza de Polanco, que a duras penas sabe tomar con la mano un cubierto a la hora de comer, y tampoco su crudeza intelectual. A fin de cuentas Nicolás Maduro era más bruto y ya era su protegido.
Sin embargo, la información de seguridad que llegó a los oídos del ex mandatario venezolano no parecía ser de su agrado; y mientras Raúl le insistía en la necesidad del cambio de embajador, Chávez se negaba.
La realidad es que a Cuba le interesaba quitar a Germán Sánchez Otero de «la jugada». Germán Sánchez Otero, otrora embajador de los Castro en Venezuela, era más bien un hombre «de Fidel» y no de Raúl. Es conocido por todos que Raúl limpió, dentro de todo lo que pudo, con los «Fidelistas», y puso en puestos claves de su gobierno a los «raulistas».
Rogelio Polanco era uno de estos «raulistas» a los que el más pequeño de los Castro le interesaba «colar» dentro de Venezuela. Según la fuente, Germán Sánchez era más amigo de Chávez que el mismísimo Raúl, y según un rumor que no se ha podido corroborar, le pasaba información a Chávez de las cosas que sucedían en «palacio»; o sea: en La Habana.
La fuente asegura que algo era real: Germán Sánchez estaba interesado en aliarse más a Chávez que a Raúl, y por eso Raúl decidió levantarlo con una grúa. ¿Por qué? Pues porque Raúl conoció de muy buena tinta, que Sánchez Otero recibía todas las semanas un obsequio de Chávez, o de alguien vinculado al gobierno de Chávez.
La afinidad entre Chávez y los «fidelistas» no se ceñía solo al embajador Germán Sánchez, sino también a otros dos «fidelistas» que Raúl pronto se quitó de encima: Carlos Lage y Felipe Pérez Roque.
Según la fuente, Hugo Chávez mandaba todos los viernes por la tarde desde Caracas a la Habana, un avión privado para recoger a Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila, y llevarlos a Venezuela. Por extraño que parezca el motivo – dice la fuente – era muy sencillo. Chávez era fanático a jugar «al taco», y enfrentaba un «equipo cubano» conformado por Lage, Felipito y el embajador Sánchez; mientras que en el otro «pitén» estaban él (Hugo Chávez), su hermano Adán, ex embajador en Cuba, y otra persona más que la fuente asegura haber olvidado el nombre.
Fuera ya del «diamante» Felipe y Lage, los juegos «al taco» se suspendieron y no precisamente por lluvia.
Chávez sin embargo, estaba renuente a quedarse sin su amigo Germán Sánchez y la propuesta de Polanco como nuevo embajador durmió durante meses en su mesa presidencial sin que Chávez la firmase. Al final, en agosto del año 2009, Rogelio Polanco fue finalmente nombrado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Cuba en la República Bolivariana de Venezuela.Cuatro años después, el 5 de marzo de 2013, fallecía Hugo Rafael Chávez Frías.
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