Manolín El Médico de la Salsa no se muerde la lengua. El que una vez fue la banda sonora de los 90 e inicios de los 2000 en Cuba, ahora alza la voz para reclamar lo que -según él- muchos disfrutan sin dar crédito: haber sembrado la semilla del género más viral del momento en la isla, el reparto.
Manuel González Hernández, nombre real del salsero, infirió que lleva años cargando un título que no se puede estudiar: el de pionero incomprendido. Desde su tribuna digital, el cantante cubano vuelve a prender la mecha del debate, esta vez acusando sin rodeos a una generación de artistas urbanos que habrían edificado sus carreras sobre una base musical que le pertenece.
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En un encendido post de Instagram, el artista aseguró que el reparto, ese ritmo callejero que domina las fiestas de La Habana y los videos de TikTok, nació de su propuesta musical. “Incontables los que han triunfado con mi base rítmica, mis coros, mi fórmula… y lo hacen sin reconocerlo en público”, lamentó.
“Se lo facilitó el gobierno al prohibirme en pleno éxito, solo por ser extremadamente popular. Esa es la verdad”, disparó. Manolín, quien arrasó en su momento mezclando salsa con claves callejeras, asegura que su nombre sigue vetado en la televisión nacional, como si su legado musical fuera un virus peligroso para el discurso oficial.
Para el Médico de la Salsa, canciones como el clásico de su autoría “Arriba de la bola”, en específico sus primeros compases, marcaron “la célula rítmica del reparto”. A pesar de que el propio cantante ha sido crítico del reparto, no titubea al reclamar su paternidad artística. Una paradoja con sabor a contradicción, pero también a verdad silenciada.
El reclamo viene en un momento en que el Estado cubano, después de casi 25 años, intenta legitimizar el reparto como estandarte cultural. Sus palabras también revelan una herida abierta: la de un artista que regresó a Cuba desde Miami con la ilusión de reconectar, pero que encontró puertas cerradas. Entre la isla, España y las redes, Manolín sigue reinventándose, aunque, al parecer, con un sabor amargo en los labios.
“Me tienen un miedo que se cagan. El creador musical cubano más influyente de los últimos años. Gozadera pura”, escribió sin filtros. Para algunos, una frase arrogante. Para otros, la metáfora perfecta de lo que significa tener carisma, talento… y ser incómodo.
