Primero, “coronó” en Spotify como el artista más escuchado en el mundo por tercer año consecutivo y, paralelamente, lideró el puesto número uno en el ranking de la revista Time con las 10 mejores canciones de 2022.
Esta semana, Bad Bunny y su tema “Tití me preguntó” vuelven a ser noticia y, ¿por qué no?, a hacer historia. Y lo dice la prestigiosa revista Rolling Stone, dedicada al mundo de la música y la cultura popular de 1967.
“Bad Bunny, Beyoncé, Steve Lacy, Pharrell, Quavo y Takeoff fueron solo algunos de los artistas cuyas canciones este año no olvidaremos”, abrió el editorial de la Rolling publicado el lunes, con una lista de las 100 mejores canciones del año.
La revista hizo un repaso de lo que el público y la crítica consideran que hace “grande” a una canción, teniendo en cuenta el contexto del año que está a punto de terminar.
“¿Fue un ritmo irresistible y sentido del humor? ¿Un sueño introspectivo y agridulce? ¿Un éxito absoluto en la pista de baile? La respuesta es sí, todo eso y más”, dice la publicación.
Después de evaluar pausadamente un centenar de canciones de todo el mundo, la curaduría de la revista Rolling Stone terminó entregando la corona de oro al puertorriqueño más sonado de los charts en los últimos años.
“Bad Bunny trajo ritmos de dembow frenéticos, una muestra elegante del maestro de la bachata Anthony Santos y una coda con una pizca de psicodelia latina a la corriente principal mundial”, escribieron.
Los expertos de Rolling Stone celebraron que el último álbum del Conejo Malo (Un Verano sin Ti) haya sido producido “con tanta gracia y un saludable sentido del humor”, al tiempo que destacaron los dotes de Benito como el “excéntrico genio del pop” que es.
“Más que cualquier otra canción del disco, “Tití Me Preguntó” muestra su creatividad desenfrenada”, dice la reseña, que remató con la siguiente descripción:
“Usando como punto de partida el arquetipo de la tía latina preocupada que pregunta sobre las posibles novias de su sobrino, el ícono puertorriqueño se lanza a una hilarante diatriba de juegos de palabras lascivos en un ambiente de fiesta animado que, al estilo típico de Bad Bunny, se transforma inesperadamente en una autorreflexión”.
