En Bogotá, Colombia, una historia inusual ha captado la atención de los medios y las redes sociales. Yeline Lizbeth Patiño, una mujer de 34 años originaria de Pasto, ha declarado estar casada con un bus del sistema TransMilenio, específicamente con la ruta F60. Su atracción por los vehículos comenzó a temprana edad; a los 10 años, Yeline se enamoró de un bus de la compañía Transandina, identificado como el 2200, con el que deseaba viajar siempre que podía.
Desde principios de la década de 2000, Yeline sentía una fascinación por los buses de TransMilenio, pero no fue hasta 2022, al mudarse a Bogotá, que tuvo la oportunidad de conocerlos en persona. Fue entonces cuando su atracción se transformó en un amor profundo por la ruta F60. Ella reconoce a su «esposo» por la placa y detalles interiores del vehículo, e incluso organizó una ceremonia simbólica de matrimonio en octubre de 2024, con pastel y anillos incluidos, resalta el portal Infobae.
Yeline ha explicado que no está enamorada de un solo bus en específico, sino de cualquier biarticulado del TransMilenio que lleve en su recorrido la ruta F60. Ella anota las placas y los números de los buses que están con la ruta F60 para tener un registro de esos momentos compartidos. Para ella, la ruta 60 es el alma y el articulado es el cuerpo que lleva su esencia.
Su conexión con los buses podría estar relacionada con la mecanofilia, una parafilia que implica una atracción emocional y/o sexual hacia vehículos automotores. Sin embargo, Yeline ha sido clara en que su amor va más allá de lo físico, ya que siente que los buses tienen una especie de personalidad o «alma», aunque reconoce que esto es solo una forma de describir su vínculo desde una perspectiva humana.
A pesar de su conexión con el autobús, Yeline no descarta la posibilidad de establecer una relación con una persona en el futuro y formar una familia. Ella ha expresado que le gustan los hombres y ha tenido relaciones normales, pero siente que esas personas no darían todo por ella, como ella lo haría por alguien, añade Tropicana Colombia.
La mecanofilia es una parafilia que consiste en la atracción sexual hacia las máquinas, como bicicletas, vehículos de motor, helicópteros, barcos y aviones. Esta condición es tratada como un delito en algunos países, cuyos perpetradores son colocados en un registro de delincuentes sexuales después de su procesamiento. Las motocicletas son a menudo retratadas como objetos de fetiche sexualizado hacia quienes las desean.
Aunque la mecanofilia es una parafilia poco común, existen casos documentados que han llamado la atención. Por ejemplo, en 2008, un estadounidense llamado Edward Smith admitió haber tenido relaciones sexuales con más de 1,000 automóviles. Este tipo de atracción puede extenderse a cualquier máquina, incluyendo electrodomésticos como secadoras de pelo o tostadoras, se puede leer en Wikipedia.
La ciencia considera que más de la mitad de quienes practican la mecanofilia tienen sus primeras experiencias antes de los 18 años. En cuanto a cómo es vista por la sociedad, esta parafilia es poco conocida y menos discutida, aunque países como el Reino Unido la consideran ilegal y la penalizan. Las parafilias se consideran enfermedades mentales solo cuando los comportamientos sexuales ocasionan deterioro social, laboral o familiar; para la mayoría de los profesionales, ese no es el caso de la mecanofilia, señala GQ.
Aunque la mecanofilia puede parecer extraña para muchos, quienes la experimentan no necesariamente sufren algún tipo de trastorno. Simplemente sienten un amor real por las máquinas, similar al que se puede sentir hacia otra persona.
En conclusión, la historia de Yeline Lizbeth Patiño y su relación con un bus de TransMilenio es un ejemplo de cómo la mecanofilia puede manifestarse en la vida real. Aunque este tipo de parafilia es poco común y puede ser difícil de entender para la mayoría, es una realidad para quienes la experimentan.