La decisión de la administración de Donald Trump de revocar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para los venezolanos ha generado una ola de incertidumbre y preocupación en la comunidad venezolana del Sur de la Florida. La medida afecta directamente a unos 600,000 migrantes, quienes ahora enfrentan el riesgo inminente de deportación.
El malestar dentro de la comunidad es particularmente notable debido a su apoyo previo a Trump. Durante las elecciones presidenciales, una gran cantidad de venezolanos en EE.UU. se inclinó hacia el expresidente, motivados por su fuerte retórica anticomunista y antisocialista. Para muchos, Trump representaba un freno al avance de políticas percibidas como de izquierda en el país y una esperanza para el endurecimiento de sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, la decisión de cancelar el TPS ha sido vista como una traición a quienes confiaron en su discurso.
«La situación ahora es terrible para la gente. Se sienten asustados y ya no se sienten seguros», declaró a CBS Carolina Lagos, dueña de un restaurante en Weston y quien emigró de Venezuela con su familia. Su testimonio refleja el pánico que la medida ha provocado en la comunidad, donde miles de familias han construido una vida en EE.UU. con la esperanza de estabilidad.
El TPS había sido una salvaguarda clave para los venezolanos que escaparon de la crisis humanitaria en su país. Durante la administración de Joe Biden, las protecciones fueron extendidas hasta octubre de 2026, pero con la llegada de Trump a la Casa Blanca, la medida fue revertida. La Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, justificó la decisión alegando que la administración anterior había abusado del programa y que ahora se buscaría deportar a migrantes, en particular a aquellos vinculados con bandas criminales como el Tren de Aragua.
Adelys Ferro, directora del Venezuelan American Caucus, condenó la medida y la consideró injusta. «Decidieron abandonar a las únicas personas que siguieron el proceso legal, que solicitaron permisos de trabajo, pagaron impuestos y trataron de construir una vida en los Estados Unidos», afirmó.
Estrategia migratoria de la nueva administración vs desilusión en la comunidad. ¿Qué sigue para los venezolanos en EE.UU.?
Trump ha dejado en claro su intención de endurecer las políticas migratorias y su administración busca acelerar las deportaciones. Noem explicó que está trabajando con el secretario de Estado Marco Rubio para negociar la aceptación de migrantes deportados por parte de terceros países, dada la tensa relación entre Washington y Caracas.
La posibilidad de que migrantes venezolanos sean enviados a la base naval de Guantánamo también ha sido mencionada por funcionarios de la administración, una medida que recuerda episodios pasados con migrantes haitianos y cubanos.
Para muchos venezolanos, esta decisión marca un despertar doloroso. «Cuando necesitan nuestro apoyo, nos usan, se aprovechan de nuestro dolor y crisis para obtener ganancia política», señaló Ferro. La comunidad, que en gran parte veía en Trump un aliado contra el socialismo, ahora enfrenta una realidad distinta: el fin del TPS los deja en una posición de vulnerabilidad extrema.
Algunos han expresado su frustración en redes sociales y foros comunitarios, cuestionando su respaldo anterior al expresidente. «Pensé que Trump nos apoyaría contra Maduro y ahora nos quiere echar del país», comentó una residente de Doral a este redactor vía chat.
Con la cancelación del TPS, muchos venezolanos se enfrentan a opciones limitadas: intentar obtener asilo, buscar otras vías legales de permanencia o enfrentar el riesgo de deportación. Mientras tanto, los grupos de defensa de inmigrantes trabajan contra reloj para presentar apelaciones y buscar alivios migratorios.
El desenlace de esta situación aún es incierto, pero lo que sí es seguro es que la relación entre la comunidad venezolana del Sur de la Florida y Trump ha sufrido un golpe severo. Ahora, muchos de los que vieron en él un líder que los protegería del «socialismo» se ven obligados a replantear su lealtad política en un momento crítico para su futuro en Estados Unidos.
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