Vandalización de la boya de las 90 millas: como dañar un símbolo de esperanza

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Cuando los dos sujetos vandalizaron la boya que marca el extremo sur de los Estados Unidos en Cayo Hueso, y las 90 millas exactas entre su territorio y el de Cuba, dañaron también todos los agridulces significados que este monumento guarda para los cubanos y los cubanoamericanos.

Los “bromistas” dañaron un símbolo de esperanzas cumplidas, de familias abandonadas, de familias reunidas, de libertades ganadas, de numerosas, incontables personas que no pudieron nunca llegar a su destino luego que se arriesgaran a cruzar en débiles embarcaciones el estrecho marítimo que se les volvió demasiado ancho y profundo para superarlo, y desaparecieron bajo el sudario de unas aguas que se han convertido en el mayor camposanto de cubanos del mundo.

Esta boya ya no es un simple pedazo de hormigón, como tampoco la bandera cubana no es un simple pedazo de tela que no duele si la queman, rasgan o ensucian. Nadie es indiferente a la destrucción de una bandera nacional, ni a la ruina de un símbolo sobre cuya estructura inerte se acumulan capas y capas de sentidos y significados.

La boya de cuatro toneladas es uno de los lugares más fotografiados por los cubanos que visitan o emigran definitivamente para los Estados Unidos, principal receptor histórico del exilio de la Isla. Posar junto al gran cilindro de concreto de 12 pies de alto y 7 de ancho, alzado a 18 pies sobre el nivel del mar desde su inauguración en 1983, es mucho más que otra foto turística, es mucho más que otra curiosidad.

Vandalización
Dos sujetos vandalizaron la boya que marca el extremo sur de los Estados Unidos en Cayo Hueso

Fotografiarse junto a esta boya que nunca flotó es un triunfo, una victoria sobre las dificultades, una bienvenida al futuro, el exorcismo de mil demonios del hambre, del miedo. De las carencias. Del silencio. De la reverencia obligada. Del “seremos como el Che” que obligan a gritar a gargantas demasiado jóvenes aun para las palabras complejas. Del oleaje que parece infinito cuando se da remo en medio de un mar sin tierras a la vista, arriba de tres cámaras amarradas o de un barquito endeble.  

La llegada de un cubano a los Estados Unidos ha venido siempre acompañada de muchas imágenes y videos de sueños cumplidos, junto al primer auto que se adquiere, de la primera casa, del reencuentro con amigos y familiares emigrados años anteriores. La boya del Southernmost Point es la presencia simbólica casi imprescindible, es el Polo Norte conquistado, el kilómetro cero de una nueva vida que aunque duela dejar todo  atrás reconforta  en el comienzo.

Este monumento encajado en el borde de los Estados Unidos simboliza el primer pie en tierra que han puesto tantos cubanos cuando arriban al país desde la isla tan cercana y que a la vez se hace tan lejana de inmediato; como inalcanzable resulta la libertad y la prosperidad para los millones que aun residen en Cuba y sueñan en silencio con emigrar como única opción para buscar la felicidad.

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