El video de una cubana identificada como Karen Hernández donde mezcla prejuicios con medias verdades y errores gruesos. La caricatura de España como un país donde “te mandan hasta el carro que tienes que manejar”, “vas con el carrito de los mandados”, “no te van a alquilar” y “te clavan impuestos por todo lo que muevas entre tus cuentas” no resiste cinco minutos de contraste con normas y datos.
Un video reciente publicado en TikTok por una cubana identificada como Karen Hernández (vaya nombre si vives en USA) que tiene 119.5K seguidores, intenta convencer a otros cubanos de que mudarse de Estados Unidos a España es, poco más o menos, una ruleta rusa con la familia dentro.
El clip, que apela al susto fácil, resume su tesis en tres ideas: en España “te mandan hasta el carro que tienes que manejar” y terminarás arrastrando “el carrito de los mandados”; el clima te convertirá en “ratón encuevado” y te llenará de arrugas; y, para rematar, no te alquilarán por los ocupas mientras el fisco te “quitará” dinero incluso por moverlo entre tus propias cuentas. Un compendio de clichés con apariencia de consejo.
Veamos el video.
@elixir_karen1994 Respuesta a @L cubanos que quieren emigrar de Estados Unidos a España #cubanos #cubanos #emigrar #emigrantes ♬ sonido original – Karen Hernandez
Perfecto, vamos a llamar las cosas por su nombre: el video de Karen Hernández mezcla prejuicios con medias verdades y errores gruesos. La caricatura de España como un país donde “te mandan hasta el carro que tienes que manejar”, “vas con el carrito de los mandados”, “no te van a alquilar” y “te clavan impuestos por todo lo que muevas entre tus cuentas” no resiste cinco minutos de contraste con normas y datos.
Para empezar: en España nadie te obliga a “usar carros eléctricos”. Lo que existe son Zonas de Bajas Emisiones en muchas ciudades —Madrid, Barcelona y un largo etcétera— que restringen la entrada a vehículos más contaminantes en áreas concretas y en determinados supuestos.
Sí, Karen, puedes tener y conducir un coche de combustión; otra cosa es que, si entras en una ZBE sin etiqueta ambiental o sin autorización, te multen. Esto es política urbana de calidad del aire, no una imposición de modelo único. Incluso los coches extranjeros pueden pedir autorización si cumplen requisitos.
Tampoco es cierto que “en España vas a pagar impuestos dos veces por tener una cuenta aquí y otra allá”.
Si te mudas y te conviertes en residente fiscal en España, declaras renta mundial, sí; pero existe un tratado de doble imposición entre Estados Unidos y España que evita pagar dos veces el mismo ingreso, y además la legislación española prevé deducciones por la parte abonada fuera. Por su lado, un ciudadano estadounidense que viva en España sigue declarando al IRS, pero puede aplicar el foreign tax credit o, según el caso, la exclusión de renta extranjera. No, transferir dinero entre tus propias cuentas no genera un impuesto per se. El miedo a la “doble mordida” es un espantajo.
La seguridad: España tiene carteristas, claro —sobre todo en corredores turísticos de Barcelona y Madrid—, pero los indicadores comparados de criminalidad mantienen al país entre los más seguros de Europa. El grueso de los delitos registrados en grandes ciudades son no violentos. Llamarle “normal” a que te roben en cualquier esquina es sensacionalismo.
Aunque la percepción popular suele asociar a las grandes ciudades de Estados Unidos con altos niveles de criminalidad y a las europeas con mayor seguridad, los datos recientes confirman esa brecha. En Madrid, Barcelona y Valencia, los delitos más comunes siguen siendo los hurtos y robos sin violencia, con tasas de homicidios que rara vez superan un caso por cada cien mil habitantes. En contraste, urbes como Miami, Los Ángeles o Nueva York registran índices de violencia letal varias veces superiores, y en Chicago la cifra sigue siendo una de las más altas del país. Aun con descensos generales en 2024 y 2025, las diferencias en tipo y gravedad de los delitos reflejan modelos sociales y urbanos muy distintos a ambos lados del Atlántico.
| Ciudad | Violencia letal (banda indicativa) | Delito más frecuente | Titular de tendencia (2024→2025) |
|---|---|---|---|
| Madrid | <1 / 100k (muy bajo) | Hurtos (carterismo) y robos sin violencia | Estable/ligera baja; homicidios muy bajos |
| Barcelona | ≈1–2 / 100k (bajo) | Hurtos (alta incidencia turística) | Caída del total y de hurtos; reincidencia persistente |
| Valencia | <1–1.2 / 100k (bajo) | Hurtos y robos; subidas en drogas por más control | Ligera baja del total de delitos |
| Nueva York | ≈4–5 / 100k (moderado p/EE.UU.) | Robo mayor, hurtos | Índice mayor en descenso; homicidio contenido |
| Los Ángeles | ≈5–7 / 100k (moderado) | Robo de autos, agresiones agravadas | Homicidios a la baja; delitos violentos corrigiendo |
| Miami | ≈4–8 / 100k (moderado) | Robo de autos, hurtos | Homicidios a la baja; variaciones por barrio |
| Chicago | ≈15–25 / 100k (alto) | Robo, agresiones con arma | Bajando desde picos 2020–2021, aún elevada vs. España |
Fuente: Datos 2024–2025 de balances oficiales del Ministerio del Interior (España) y reportes policiales de NYPD, LAPD, MDPD y CPD. Tasas por 100.000 habitantes, valores aproximados.
Una comparación entre la ciudad de menor criminalidad de los Estados Unidos, Irvine (California), y la ciudad española con mayor tasa de denuncias registradas, Barcelona, nos dice que incluso en el “área más segura” de EE. UU. se aprecian niveles de violencia letal superiores a los de España, mientras que en Barcelona —si bien tiene una tasa alta de hurtos y otros delitos contra la propiedad— los niveles de homicidio y crímenes con violencia extrema siguen siendo notablemente más bajos de lo que podrían considerarse “normales” en muchas ciudades norteamericanas.
Esta comparación revela que no sólo importa la tasa absoluta de delitos, sino también qué tipo de delitos predominan en cada contexto: en EE. UU., los brazos largos de la violencia armada y los homicidios configuran una parte relevante del problema; en España, salvo excepciones puntuales, el desafío está más vinculado con robos y hurtos sin violencia grave.
La vivienda: el mantra de que “no te van a alquilar en ningún lugar” por los “okupas” y que “piden que no tengas niños, ni perros, ni familia” mezcla un problema real con una exageración.
Sí, hay conflicto por ocupaciones, pero este año se ha reforzado la vía rápida de desalojo ilegal y las facultades de la policía para actuar con mayor celeridad, lo que ya está reequilibrando el marco. En los alquileres, lo que más se pide son garantías: nóminas, historial, a veces un aval bancario, y la ley ha puesto topes a subidas (3% en 2024) mientras diseña un índice oficial de revisión. ¿Discriminación? Ilegal. ¿Filtros económicos y burocracia? Sí, y mucha.
Clima y cultura: el tópico del “ratón encuevado” porque “el clima es súper seco” ignora que España es diversa. Madrid tiene veranos secos y calurosos, sí; Barcelona es más húmeda; Galicia es verde y llueve; el sur arde en agosto y el norte puede parecerse al Reino Unido.
El año 2025 fue, de hecho, el verano más caluroso registrado, pero el mismo país que sufre sequías encadena episodios de lluvias torrenciales que inundan ciudades. Y el humor… ni homogéneo aquí ni allá. El castellano peninsular es directo; el cubano también. La convivencia entre acentos y códigos existe en cualquier diáspora. Generalizar a “los españoles” como una “nebulosa” para salirse con la suya es pereza intelectual.
Algo de lo que apenas ni se piensa a veces —o no se menciona, o sí lo hace pero de forma tan ligera que se vuelve subliminal— en el video de la cubana Karen Hernández son los derechos civiles. Esos marcos que regulan lo que una persona puede o no puede hacer, lo que el Estado puede intervenir y hasta dónde llegan las libertades individuales y colectivas. Porque emigrar no solo implica mudarse de clima, de coche, de humor cultural o de sistema fiscal. Emigrar implica también estar bajo un conjunto de reglas, protecciones y limitaciones que, de hecho, cambian mucho de un país a otro.
Por ejemplo, en el estado de Florida bajo la gobernación de Ron DeSantis, han proliferado leyes que han modificado —o intentado modificar— derechos fundamentales de reconfiguración social y cultural. La prohibición casi total del aborto a las seis semanas es un derecho reproductivo recortado; la limitación de la atención médica para menores trans es una restricción directa sobre derechos de identidad; la ley de “derecho de los padres en educación” tumba, o pretende tumbar, parte del control educativo local para favorecer la supervisión estatal o parental.
Y no es solo “lo que no se permite”. También es “lo que hay que exigir”, lo que hay que reclamar, lo que muchas personas no saben que deben siquiera mirar antes de decidir emigrar. Mientras tanto, en España —en concreto, la nación y en la región de Madrid— se cuentan derechos relativamente más profundos: aborto legal hasta las 14 semanas, autodeterminación de género en la ley trans, reconocimiento de matrimonio igualitario. En materia de privacidad de datos, España aplica el reglamento europeo (GDPR), otorgando derechos de supresión, rectificación y portabilidad que en muchos estados de EE. UU. aún no existen.
Eso no quiere decir que España sea perfecta —ni mucho menos—. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, ha habido recortes en políticas LGTBI y siguen vigentes leyes consideradas restrictivas para la libertad de expresión, como la conocida “Ley Mordaza”. Pero en el balance general, se ofrece un entorno legal más garantista en materia de derechos civiles que el de Florida.
Las opiniones al video de Karen
Resulta obvio que tantas inexactitudes e imprecisiones, por no llamarles disparates, iban a recibir su merecida respuesta. Y objetiva, si tomamos en cuenta aquellas de los que viven allí.
Entre los 741 comentarios, muchos desmontan punto por punto el video. Una española que ahora vive en EE. UU. le recordó que en Madrid tenía coche, casa y trabajo; otro usuario con doble nacionalidad fue más tajante: “España es lo mejor del mundo; viví toda mi vida en Florida y aquello es basura pura”. Varias voces coinciden en lo obvio: su experiencia puede haber sido mala, pero no autoriza a generalizar.
“No hables por todos”, “¿qué te habrá pasado en España para hablar así?”, “fallaste en todas”, se repite en hilos con decenas de réplicas.
La crítica más constante va contra las inexactitudes. Españoles y cubanos en España le reprochan inventarse una obligación de usar autos eléctricos, exagerar el tema de los carteristas y presentar el alquiler como una misión imposible.
“Tengo casa, dos coches y amigos españoles”, cuenta una usuaria; “no hace falta coche, el transporte funciona”, insiste otra. Y sobre impuestos, varios le explican que no hay “doble mordida” por mover dinero entre cuentas y que lo de Hacienda depende de la residencia fiscal y de tratados que evitan pagar dos veces. Para otros, el contrapunto es vital: “Estados Unidos tampoco es un paraíso; aquí pagas hasta la risa”.
También aparece la dimensión emocional: “deja que cada cual viva su propia experiencia”, “no puedes dictar sentencias para todos”, “esto es contenido para facturar”. Hay quien se burla del cliché del “carrito de los mandados” y quien aporta matices: jubilados que viven mejor en España con su retiro, familias con niños que valoran la sanidad pública y la tranquilidad, o profesionales que trabajan en lo que estudiaron y no cambiarían esa estabilidad por más salario en EE. UU.
Entre ironías (“¿y tus arrugas, dónde están?”) y pullas (“pareces frustrada con España”), el consenso crítico queda claro: el video simplifica un país entero para fabricar alarma y clics.
Queda el subtexto: “Dejar Estados Unidos por España es dañar tu futuro”. ¿Siempre? Depende. Depende de tu estatus migratorio, de tus ingresos, de tu red de apoyo, de si buscas sanidad universal, guarderías públicas, permisos parentales, o de si tu carrera depende de un mercado laboral estadounidense. Hay cubanos que prosperan en Madrid, Valencia o Bilbao; hay quienes vuelven porque no encajaron. Convertir una decisión vital compleja en un regaño viral para ganar clics es vender humo.
Si lo que pretendemos es orientar a la gente —no asustarla—, hablemos claro: en España te tocará lidiar con burocracia y alquileres caros en grandes ciudades, pero tendrás sanidad pública, transporte que funciona y barrios caminables; no te forzarán a un coche eléctrico, aunque ciertas zonas limiten el acceso a vehículos viejos; pagarás impuestos como en cualquier Estado de bienestar, pero no dos veces por el mismo ingreso. A partir de ahí, cada familia hace su ecuación. Lo otro es ruido en el sistema. Nada de «elixir».
Y si le queda alguna duda a Karen, siempre puede leer aquí:





