Cuando Vietnamnet.vn publicó la historia de cómo un cubano terminó convertido en el yerno favorito de una familia del delta del Mekong, el relato corrió rápido por redes vietnamitas. Más que un cuento romántico, era una historia sobre cómo la convivencia, el tiempo y la ternura desmontan prejuicios que parecían firmes.
Martínez Vega, un habanero de 45 años, lleva ya una década en Vietnam. A estas alturas, el país dejó de ser un destino temporal para convertirse en su hogar elegido. Y no solo por su propia voluntad: también porque allí conoció, en 2022, a Tran Thi Yen Nhi, una joven de Can Tho con la que contrajo matrimonio dos años más tarde. Desde entonces viven entre Ho Chi Minh City y el delta, criando a su hija y trenzando dos culturas que a primera vista parecían lejanas.
La pieza de Vietnamnet.vn pone el foco en un personaje decisivo: la suegra. Tran Thi Nguyet Le, mujer de tradiciones firmes, recuerda que al principio lo miró con reserva. Las fotos lo muestran tatuado, robusto, de gesto serio: señales que, para ella, evocaban dureza. Aun así, bastaron unas pocas visitas para que la imagen inicial se deshiciera. Detrás del aspecto intimidante descubrió a un hombre atento, tímido incluso, y profundamente respetuoso con su hija.
El proceso fue lento, hecho de pequeños gestos. Él saludando a los vecinos con una cortesía casi ceremoniosa; ella cocinándole platos vietnamitas que él recibía como un lujo cotidiano; la nieta creciendo entre palabras sueltas en español y risas en vietnamita. Hoy, Le habla de él como de un segundo hijo, alguien cuya presencia la llena de orgullo.
Y la suegra…. bueno, ella misma aquí lo cuenta
El suegro, Hung, nunca tuvo dudas. Desde la primera visita captó su carácter afable. Aunque Martínez apenas maneja el idioma, siempre encuentra la forma de ayudarlo cuando viaja a Ho Chi Minh City por motivos de salud. Esa disponibilidad, dice, confirmó que su hija había elegido bien.
Martínez, por su parte, se siente plenamente integrado. Viaja por el país, come con entusiasmo bún y phở, y repite que no tiene prisa por conocer otros destinos, ni siquiera Cuba. Su hogar —el que construyó con Yen Nhi— está donde la familia lo espera con un plato caliente y una silla libre.
La historia, tal como la contó Vietnamnet.vn, termina donde empiezan todas las familias: en la mesa. Entre porciones guardadas en el congelador para cuando él regrese y la certeza de que, más allá de los idiomas y los estereotipos, a veces basta la convivencia para que el cariño haga su trabajo.
