El juicio por el asesinato de Orlando Pérez ha sido presentado como un caso ejemplar, donde el castigo severo se ajusta al crimen cometido. Sin embargo, la creciente criminalidad en Cuba y la visibilidad de estos actos violentos plantean interrogantes sobre la capacidad del gobierno para garantizar la seguridad ciudadana en medio de una profunda crisis económica. Si bien las condenas a cadena perpetua envían un mensaje claro, queda por ver si estas acciones lograrán disuadir a otros de seguir por el mismo camino.
A pesar de los esfuerzos del gobierno por minimizar la gravedad de la situación, alegando que solo el 9% de los crímenes en Cuba son violentos y que apenas el 3% son asesinatos, muchos cubanos cuestionan la transparencia de estas estadísticas. La falta de supervisión independiente sobre los métodos de recolección de datos ha generado escepticismo.
“Hay carencia de todo menos de delincuentes, asaltadores, carteristas, asesinos y ladrones que matan a sus víctimas hasta por un celular”, destacó un internauta tras el crimen.
Este asesinato múltiple en Ceballos es un recordatorio brutal de la violencia que se está propagando en Cuba, y que, a pesar de los intentos oficiales por minimizarla, continúa cobrando vidas inocentes y dejando cicatrices profundas en las comunidades afectadas.
Las personas fallecidas son Richard Dariel Núñez, menor de cuatro años de edad; Lester Rivadeneira Rodríguez, joven de 17 años; Yamila Reyes Tamayo, de 29, y Raysa Rodríguez Pérez de Corcho, de 50.
El OCAC, una organización independiente, describe en su dossier la escalada de la corrupción, el aumento de las pandillas juveniles y el consumo de drogas.