Las medidas gubernamentales, lejos de aliviar la carga de los cubanos, han exacerbado una crisis alimentaria que se suma a la larga lista de desafíos económicos y sociales que enfrenta la isla. Con el pollo y el arroz como símbolos de un problema mucho mayor, los cubanos continúan luchando no sólo por su supervivencia diaria, sino también por alguna forma de recuperación económica que parece cada vez más distante.
Memes aparte, la realidad es una: los alimentos que antes eran comunes han pasado a ser considerados lujos debido a los elevados precios de sus ingredientes.
Mientras los turistas disfrutan de comidas refinadas, bebidas y música, muchos cubanos enfrentan la dura realidad de no saber si tendrán algo para comer al día siguiente. Es un contraste doloroso que refleja las prioridades del gobierno cubano y la profunda desigualdad que vive el país.