En la imaginación colectiva, cuando se habla de animales prehistóricos que siguen existiendo, solemos pensar en cocodrilos, tiburones o cucarachas. Raramente imaginamos un mamífero peludo, diminuto y enigmático que aún camina entre nosotros… y mucho menos en Cuba. Sin embargo, existe, y se llama almiquí.
El almiquí (Solenodon cubanus) es un verdadero fósil viviente. Su linaje se remonta a más de 70 millones de años, época en que los dinosaurios aún dominaban la Tierra. Este pequeño mamífero endémico de Cuba es uno de los últimos sobrevivientes de una antigua familia de animales llamada Solenodontidae. Su apariencia y comportamiento han cambiado tan poco que constituye una ventana al pasado evolutivo.
Durante mucho tiempo se creyó extinto, pues su aspecto huidizo, nocturno y su baja población lo hacían prácticamente invisible. No fue hasta el año 2003 que investigadores lograron capturar uno con vida, confirmando que esta especie, rara y misteriosa, aún resistía.
Con unos 30 centímetros de largo, cuerpo cubierto de pelaje áspero, hocico móvil y cola tan larga como su cuerpo, el almiquí parece una mezcla entre musaraña, topo y erizo. Tiene patas adaptadas para excavar y una nariz extremadamente sensible, con la que localiza a sus presas: larvas, invertebrados y pequeños reptiles.
Pero lo que verdaderamente lo hace único es que es uno de los pocos mamíferos venenosos del planeta. Posee glándulas salivales especiales que producen veneno, el cual fluye por canales en sus dientes inferiores, paralizando a sus víctimas.
Aunque su existencia fue registrada por primera vez en 1833, su hábitat ha ido desapareciendo. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), hoy está en peligro de extinción.
El almiquí no es solo un animal raro. Es una reliquia biológica, un sobreviviente improbable de un mundo que ya no existe. Y todavía, contra todo pronóstico, vive en los montes de Cuba.
No es Guillermo García Frías ni Ramiro Valdés Menéndez. Tampoco es José Ramón Machado Ventura. Mucho menos Raúl Castro aunque Ud. lo crea o quiera creerlo. De hecho, le va a ser difícil asumirlo como tal pero sí, el único animal que coexistió con los dinosaurios aún vive en Cuba y no lo molestan ni los apagones ni el hambre, a pesar de ser cubano cien por ciento.
En fin, una especie rara, rarísima, que resistió a lo que los dinosaurios no pudieron, pero hoy está amenazado por la pérdida de bosques, la presencia de gatos y perros asilvestrados, y la acción humana.
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