Tropas rusas desde Bielorrusia están tratando de capturar la planta electronuclear de Chernóbil”, alertó el medio ucraniano Svidomi en su perfil de Instagram, donde mantiene una cobertura permanente de la invasión de Rusia a Ucrania iniciada en la madrugada.
El presidente Volodimir Zelenski anunció en su cuenta de Twitter que la Guardia Nacional está resistiendo el ataque, mientras la nación está siendo atacada por diferentes flancos, más allá de los límites iniciales declarados por Valdimir Putin, que justificó la “operación militar especial” para proteger a los separatistas pro rusos de la región del Dombás.
“Nuestros defensores están dando sus vidas para que la tragedia de 1986 no se repita”, aseveró el premier ucraniano a las 4:56 de la tarde hora local. El consejero del Ministerio del Interior de Ucrania, Antón Guerashtshenko declaró en su cuenta de Telegram que las “tropas ocupantes entraron desde Bielorrusia en la zona de la central de Chernóbil”, coincidiendo con Zelenski en que “los miembros de la Guardia Nacional que protegen el depósito ofrecen una resistencia obstinada”.
La región entró definitivamente en la historia el 26 de abril de 1986 a partir del accidente en la planta nuclear Vladímir Ilich Lenin, a 3 kilómetros de la ciudad de Pripyat y a 14,5 kilómetros al noroeste de la ciudad de Chernóbil. Es el accidente de esta naturaleza más grave de la historia conocida, alcanzando el nivel 7 de la Escala Internacional de Accidentes Nucleares.
Actualmente, la ciudad de Chernóbil y sus suburbios sirven de residencia a más de 2000 científicos especializados en radiación, oficiales de mantenimiento de la central nuclear, liquidadores, doctores, mientras que Prypiat permanece deshabitada.
Para evitar la fuga de radioactividad, núcleo del reactor afectado se cubrió con una estructura que albergaba de 400.000 metros cúbicos de hormigón y 7.000 toneladas de estructuras metálicas, durante 206 días de intenso trabajo de unas 90.000 personas.
Chernóbil tiene para Cuba significados especiales, pues a partir del 29 de marzo de 1990, la isla recibió en el conocido balneario de Tarará a 26.114 pacientes afectados por la tragedia, según datos del Ministerio de Salud cubano. El 84% eran niños afectados durante el desastre o nacidos de mujeres embarazadas en ese momento. Entre las dolencias de diferentes niveles de gravedad se hallaba el cáncer, la parálisis cerebral, los problemas dermatológicos, malformaciones, enfermedades digestivas y trastornos psicológicos.
Hasta el 24 de noviembre de 2011 se mantuvo este programa, no interrumpido ni por el derrumbe del Campo socialista ni por el Período Especial que se desencadenó en el país a raíz de este suceso.
En Tarará, los pacientes contaban con residencias para ellos y sus familiares, dos hospitales, una clínica, una flota de ambulancias, teatros, escuelas, parques y áreas recreativas, así como dos kilómetros de playa a solo 15 minutos de distancia.
En 2018 se estrenó la película Un traductor, protagonizada por el brasileño Rodrigo Santoro, bajo la dirección de los realizadores cubanos Sebastián y Rodrigo Barriuso, que basaron la cinta en la vida de su padre, que fuera uno de los primeros traductores cubanos de ruso convocado para servir en el programa.
