Rolling Stone y el exilio de los raperos cubanos

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La revista Rolling Stone se adentra en la investigación sobre los raperos cubanos, sobre Denis Solís y todo lo sucedido desde noviembre del 2020 hasta la fecha.

Entrevista a Denis Solís, desde Serbia y a una experta que concluye: “La persecución y el acoso y el uso excesivo de la violencia contra los raperos negros no es lo mismo contra los raperos blancos”.

Varios raperos cubanos se han exiliado en el extranjero recientemente y la afamada revista Rolling Stone da cuenta de este «fenómeno». Un fenómeno que muchos dirán que no es tal – desconocedores la mayoría casi todos de las interioridades que rodean cada caso y lo que además significa vivir en Cuba – porque a fin de cuentas el rap ha sido siempre contestatario; la mayoría de las ocasiones contra sistema.

Así es en el mundo entero. En Cuba, además hay una crisis. O varias.

Hay crisis económica. Política. De ideología y pensamientos. De valores. De derechos humanos y libertades civiles. En Cuba, los raperos cubanos, a menudo ni siquieran logran reconocimiento como artistas y en la inmensa mayoría son considerados «marginales», «problemáticos», y ultimamente, según se ha encargado de dibujarlo el gobierno, «mercenarios».

Tal es el caso, por ejemplo de Dennis Solís, a quien incluso insisten en rebajarle su rap a la categoría de delincuente común.

En un artículo titulado From Cuba to Russia, Rappers Are Being Targeted in Record Numbers, Rolling Stone aborda esta crisis desde una mirada muy específica y bien fundamentada – cada historia que recoge es como un rompecabezas que se engrana muy bien en la tesis que intenta demostrar el periodista Stacey Anderson – y señala desde el mismo inicio la tesis que abordamos desde el principio: All over the world, governments are cracking down on hip-hop lyrics and other forms of protest — with dire consequences for some rappers.

O lo que es lo mismo: En todo el mundo, los gobiernos están tomando medidas enérgicas contra las letras de hip-hop y otras formas de protesta, con graves consecuencias para algunos raperos.

Sin embargo, si en el resto del mundo los raperos castigados sufren cárcel en Cuba, los raperos cubanos son desterrados. O por lo menos obligados a exiliarse.

Hay diferencias entre un rapero español y un rapero cubano, digamos, Denis Solís.

Denis Solís, dice Rolling Stone, «se mudó a Novi Sad, Serbia, en noviembre de 2021, en silencio (….) ahora, todos los días, (…) sale de su apartamento para deambular por calles desconocidas en busca de trabajo, como limpiador, lavaplatos, albañil, lo que sea, (…)»

El artista confiesa a la revista:

“Antes de salir de mi país, la policía me hizo saber que aquí me estarían vigilando. Son como fantasmas”, dijo Solís, de 33 años, a Rolling Stone. “A veces veo a alguien [mirándome] y pienso, ‘Oh, eso no es nada, es solo mi trauma’. Pero recientemente, un chico pasó a mi lado en la calle, y por la forma en que me miró, pude leerlo. Decía: ‘Estoy aquí. Te estoy vigilando.»

La revista añade que seis de sus amigos raperos, grabaron en secreto un tema, «Patria y Vida» que pronto se convirtió «en un himno de resistencia feroz contra el gobierno.»

Rolling Stone habla sobre el Movimiento San Isidro y explica que este ha «ganado notoriedad incluso más allá de las fronteras, lleva diez días desafiando al gobierno cubano donde una decena de jóvenes artistas, recluidos en una casa y armados con teléfonos e internet, exigen la liberación de uno de los suyos, a quien La Habana acusa de ser pagado por los Estados Unidos.»

Y ya esta mentira de La Habana, del gobierno cubano, cobra menos fuerza entre quienes aún viven el idilio cubano que Rolling Stone desmonta con la historia de Denis Solís y otros raperos cubanos.

Rolling Stone: Las historias de Maykel Osorbo, El Funky y Luis Manuel Otero Alcántara.

Rolling Stone nos acerca a Maykel Osorbo, El Funky y Luis Manuel Otero Alcántara. De los tres, dos, Osorbo y Alcántara están presos. El Funky logró salir de la isla supuestamente sin contratiempos, pero es evidente que, teniendo en cuenta lo que está sucediendo con Anamely Ramos, curadora de arte y profesora, amiga de ellos cuatro, debe haberse auto desterrados.

“Creo que será imposible regresar a Cuba; Estoy en una lista negra ahora. Siento tanta nostalgia”, dijo Solís, cuyo apellido legal es González.

“Pero haré más música sobre [lo que está pasando en] Cuba. Hacer música, para mí, es respirar”, dijo. Rolling Stone hace una acotación sobre las declaraciones del rapero cubano:

«Un representante del gobierno cubano no respondió a una solicitud de comentarios de Rolling Stone.«

Este silencio no le debería extrañar a nadie. Si algo ha hecho el gobierno de Cuba durante años ha sido atrincherarse detrás de una ideología. Parte de lo sucedido con el Movimiento San Isidro «primero», y con el movimiento 27N después, y dos meses más tarde – ya en el 2021 – con el 27Ene se resume en eso: en la resistencia al diálogo con quienes el gobierno no considera artistas afines al gobierno.

Hay cientos de pruebas que documentan como el gobierno de Cuba trata a sus artistas. Nombres como Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas, Serafín Prats, o Mike Porcel (todos blancos, todos intelectuales) son un testimonio de la idea que se construye en el texto de Rolling Stones. Osorbo, El Funky, Solís, Alcántara, son negros. Artistas surgidos desde barrios humildes de la capital. Barrios a los que el gobierno despectiva y reiteradamentente, con carga peyorativa además, llama marginales.

Rollin Stone cita a Freemuse, una ONG internacional que aboga por los derechos de los artistas y la libertad de expresión que desde 2018, ha estado investigando y documentando la focalización, la censura y el encarcelamiento de artistas de rap por parte del gobierno cubano. Y dice:

«En los nuevos hallazgos de Freemuse, Cuba encabezó la lista de países con incidentes documentados que constituyen violaciones de la libertad artística, seguida de Rusia.»

Freemuse es enfático en su análisis: «Los raperos cubanos son ahora algunos de los artistas de rap más perseguidos en el mundo.»

“Es bastante notable que las letras de la música rap, en una base relativamente escasa, parecen usarse como evidencia de persecución. Ha pasado con otro tipo de música antes, pero ahora hay una acumulación de estos casos”, dice Gerd Elmark, director ejecutivo de Freemuse.

“Que las letras de rap parezcan ser algo que contiene información para ser vigilada es una tendencia preocupante. También es muy preocupante ver que la cantidad de arrestos, detenciones y prisiones preventivas van en aumento”, añadió.

Rolling Stone recoge las historias de algunos de esos raperos – otros – del mundo, no muy diferentes en cuanto a intereses con los raperos cubanos, y continúa:

«Cuba no solo ocupó el puesto número uno en violaciones generales en los hallazgos de Freemuse, sino que también mostró el mayor aumento de detenciones en todo el mundo entre 2018 y 2021.»

Curiosamente Solís no vino a unirse al movimiento San Isidro hasta el 2020. O sea, dos años después de creado el movimiento «contra cultural», encomillado porque el gobierno es quien dicta los parámetros – ideológicos, de primero, siempre – por los que deben regirse los artistas.

Inicialmente, los artistas de San Isidro se opusieron a esta marginación por parte del Ministerio de Cultura de Cuba, y es en esa necesidad de protesta contra la marginación que sufría, donde Solís se encuentra con San Isidro en el 2020, si bien – cita Rolling Stone – ya en el 2018 había lanzado un tema: “Sociedad Condenada”.

El climax del enfrentamiento del rapero contra el gobierno llegó en noviembre 6 del 2020 cuando se enfrentó a un oficial de la PNR que presuntamente entró a su casa sin permiso, sin anunciarse siquiera. Cuando Solís lo increpa por qué lo hizo, el oficial de la PNR que venía a entregarle una citación, le explica que «la puerta estaba abierta».

Según la versión gubernamental y eso se puede ver en el video, el rapero usó un insulto homofóbico contra el oficial y gritó: “Trump 2020, ese es mi presidente.» Sin embargo, fuera de eso – el rapero se disculpó con posterioridad, unas horas después por lo dicho – no hubo otro gesto de violencia. No hubo violencia física.

Para las sociedades democráticas del mundo entero esto no hubiese llegado siquiera a una estación de policía, pero para la policía cubana, para el gobierno cubano, que un artista contestatario se expresase así contra el oficial, exponiéndolo en público como violador de los más simples derechos, y que además expresase filias con Donald Trump, presidente que tomó medidas como ninguno contra La Habana, fue demasiado.

Tres días después de ese incidente, dice Rolling Stone, el rapero fue arrestado.

Ha denunciado que fue golpeado y estrangulado camino a la estación. Que le fracturaron unos dedos. Fue además detenido por varios meses sin causa. Toda una sarta de violaciones por parte del estado contra una persona que, dentro del marco legal no había hecho nada para estar preso.

La detención de Solís fue la chispa que provocó los sucesos posteriores; incluida una irrupción por la fuerza en la sede del MSI, días después. Esa actitud provocó, por efecto dominó, un reclamo de individuos, en su mayoría blanco, más vinculados a «la cultura», si se entiende no como manifestación de masas, sino bajo el prisma gubernamental.

Rolling Stone señala:

«Solís fue condenado a ocho meses, por “desacato a la autoridad”, en el penal de máxima seguridad de Valle Grande. Algunos miembros del Movimiento San Isidro, incluidos Osorbo y Otero Alcántara, protestaron por su sentencia y también fueron detenidos. Otros iniciaron una huelga de hambre, durante la cual Solís dijo que la seguridad de la prisión lo presionó para que los llamara y les dijera que renunciaran. El se negó. “Me sentí tan triste y temeroso cuando escuché sobre mis hermanos [en la huelga de hambre]. Uno de esos funcionarios me advirtió: ‘Esto es culpa tuya’, y le dije: ‘Tú comenzaste esto, no yo’. Pero lo que tú empezaste, lo terminaremos’”, dijo Solís.

En medio de esta injusta detención, y otras, un joven, blanco, informado de todo lo que estaba sucediendo, que no pertenecía al Movimiento MSI sale a la calle con un cartel pidiendo su liberación. No ofreció resistencia al arresto, pero fue encarcelado. También en su caso sin delito, sin causa, sin sumario.

«Quince días antes de la liberación de Solís, en julio de 2021,(días después del 11J), los guardias lo pusieron en una videollamada de WhatsApp con la estrella de “Patria y Vida” Osorbo, quien había sido detenido nuevamente, en mayo de 2021, por cargos que incluían “agresión y resistencia” junto a su compañero líder del Movimiento de San Isidro, Otero Alcántara, también había sido arrestado recientemente, cuando se dirigía a unirse a una de las históricas protestas antigubernamentales que barrieron Cuba el 11 de julio, en las que participaron miles de cubanos y se estima que 700 fueron detenidos, incluidos muchos Integrantes del Movimiento San Isidro,» señala casi en el final del artícul Rolling Stone.

Y acota:

«Al cierre de esta edición, tanto Osorbo como Otero Alcántara permanecen en prisión»

El Arte marginado y matizado con carisma político.

Solís, por su parte, pone un halo de luz «cronológico» sobre los hechos tal y cómo sucedieron.

“Lo único que hicieron fue protestar con el resto de la gente, pero como antes eran muy críticos en sus letras y en su activismo, eso era un problema”.

Visto así, está claro que aquí hay una diferencia con relación a otros «detenidos» cubanos, sean raperos o no. Un sentimiento de rabia y derechos.

Tradicionalmente las fuerzas del gobierno han sorteado «arreglos» con artistas que han detenido. En su mayoría estos buscan salir de la prisión; pero nunca se habían tropezado con artistas, muy contestatarios, contra raperos cubanos que no les importa ir a la cárcel – Osorbo y Solís – que no les interesa negociar sus derechos – casi hasta podría decirse que están consciente de que nacieron sin ellos, que no los tienen ni se los van a respetar nunca – y mucho menos en uno que no le importó organizar una huelga de hambre cuando la PNR vino y le confiscó unas obras de arte.

Tampoco habían lidiado con este bricolaje de artistas reconocidos por el MINCULT, blancos, con cierto nivel de escolaridad, concientizados ciento por cien con el abuso hacia esos otros artistas no reconocidos – Osorbo y Solís – a los cuales privaban de sus derechos.

Narices afuera por parte de miles – si sumamos los que desde las redes sociales y otros espacios se expresaban – al gobierno cubano se le vino encima una hecatombe de la cual, por su torpeza política y reancio espíritu de tener ellos, ellos solos, derecho a tener voz y mando, no ha podido salir.

La «lógica» que han encontrado fue atisbar – si acaso – la necesidad que tenían todos, luego de muchos meses de encierro pandémico, ahogo económico y político, y como tal propició, por las buenas o por las malas la salida del país de todos los «incómodos».

«Diana Arévalo, oficial de campañas y defensa para América Latina de Freemuse, dijo que Solís, Osorbo y otros activistas del Movimiento de San Isidro han sido castigados por el gobierno cubano tanto por el contenido de su arte como por sus protestas en línea y en persona,» señala Rolling Stone en su artículo y cita a Arévalo que añade que – según esta – «Maykel Osorbo había sido detenido al menos 16 veces entre 2020 y 2021».

“El gobierno ha sido extremadamente severo con Maykel Osorbo porque representa lo que piensa la mayoría de la gente en Cuba pero otros no tienen el coraje de decirlo porque tienen miedo”, dijo Arévalo.

Lo sucedido con todos estos artistas cubanos, raperos o no, le dio a la estudiosa que Rolling Stone cita, una perspectiva distinta de lo que hasta entonces se había visto en lo que pudiéramos llamar «el particular caso cubano».

«Su investigación apunta, dice Rolling Stone, como era de esperar, a la raza como un factor importante, en Cuba y más allá.

“Desde mi perspectiva, hay una relación directa entre la raza y lo que está pasando con los raperos en América Latina”, dijo Arévalo.

“La persecución y el acoso y el uso excesivo de la violencia contra los raperos negros no es lo mismo contra los raperos blancos”.

«Por su parte, concluye la revista, Solís plantea que el Movimiento San Isidro perdura, aunque algunos miembros se estremecieron tras los arrestos en sus filas el 11 de julio. Todavía está en contacto con muchos de sus líderes y pide la liberación de Osorbo, Otero Alcántara y otros activistas encarcelados. De Serbia, tiene esperanzas.»

“El Movimiento de San Isidro se convirtió en el mundo. Está en todas partes en este momento”, dijo el rapero al final de la entrevista.

“Creo que el 2022 será el fin de la dictadura en Cuba, porque la dictadura envejece. Es pobre y no tiene suficientes herramientas para controlar el país. Sin comida, sin recursos. Y mientras tanto, los miembros de nuestro movimiento seguiremos luchando por la libertad de nuestros hermanos en prisión y por la libertad de Cuba”.

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