Ahora mismo, si se intenta acceder al artículo Música complaciendo a Miami: genuflexión y pacificancia, que publicada hace menos de una semana la revista digital La Jiribilla, solo se obtendrá una página casi vacía que anuncia “404. Página no encontrada. Vaya a inicio u otra página desde el menú navegación principal”. La desgracia marcó la suerte de este texto desde el principio, pues fue ilustrado con una foto del pianista y compositor cubano Chucho Valdés, que recientemente cumplió 80 años de edad y mereció este fin de semana los aplausos parisinos por los tres conciertos ofrecidos en la gran sala Pierre Boulez de la Philharmonie de París.
Su autor, el redactor Oni Acosta, promocionó su texto en Facebook con la foto de Chucho, sin reparo alguno de que la imagen del virtuoso apareciera junto a las palabras “fenómeno pseudo musical que se pliega ante las fauces del mercado mediocre que les hace esclavos”.
Aunque el artículo habla de cualquier cosa menos del maestro jazzista y fundador de Irakere, la foto fatal marcó la suerte del texto y de su autor en las redes sociales, donde fue recriminado por la tamaña miopía de considerar repentinamente a Valdés como “pseudomúsica”, término totalmente discutible, parecido al de “pseudocultura” acuñado años antes por el entonces ministro de cultura Abel Prieto.
Ante las reacciones de miles de usuarios en redes sociales, Acosta calificó de “obvio error en la publicación” el empleo de la foto de Chucho para ilustrar su texto, a pesar de que él mismo no lo entendiera así a la primera vez o la segunda vez, y necesitara de las críticas de “los mercaderes y demócratas del odio” para que se sustituyera por una imagen de stock. Pero esto parece no haber sido suficiente, pues el texto desapareció íntegramente de La Jiribilla.
Acosta arremetía en este contra Yotuel Romero, Chocolate, el Micha, Osmani García, Eddy K, Descemer Bueno, el Chacal, y muchos otros que hasta hace poco eran promocionados en la isla y en sus escenarios. Sus videoclips lideraban las listas de éxitos de programas como Lucas y el canal Clave los reponía una y otra vez. Solo bastó sus respectivos posicionamientos contra las políticas del gobierno y pasaron a las filas de los ilegítimos, corriendo la misma suerte que los raperos, a quienes las autoridades buscaron fracturar como movimiento por su clara esencia contestataria. El reggaetón y la música urbana parecía que solo iba del goce y la frivolidad, y por eso fue alentada desde las instituciones, hasta que “mordieron la mano que las alimentaba”.
Solo bastó que Chucho Valdés se pronunciara contra la postura del gobierno y sus fuerzas policiales y militares durante las manifestaciones del 11J y del 15N, para que por puro reflejo fuera degradado a fenómeno pseudomusical por La jiribilla.
Ya a inicios de noviembre había sido tildado de “contrarrevolucionario” por una publicación del portal Cubainformación firmada por el español Paco Azanza Telletxiki, quien expresó que “no cabe duda de que Chucho Valdés es un buen músico pero, lamentablemente, también es un contrarrevolucionario”. También varios funcionarios del Instituto de la Música y del Ministerio de Cultura arremetieron contra el célebre pianista en su perfil de Facebook a raíz de sus declaraciones.
Mientras, Chucho Valdés ha elegido residir permanentemente en Miami, y fue a celebrar a París sus ocho décadas con tres conciertos. El viernes 19 se presentó junto a jóvenes músicos cubanos como la violinista Ylian Cañizares y el proyecto El Comité, heredero de la legendaria Irakere.
El sábado 20 presentó su reciente obra La creación, homenaje a la cultura yoruba caribeña. Y el domingo 21 convidó a los músicos Paquito D´Rivera (saxofón y clarinete), Joe Lovano (también saxofonista) y la Cañizares. Valdés seguirá presentándose en Francia el próximo jueves 25 de noviembre en Bordeaux, y el sábado 27 y el martes 30 en el Festival de Jazz de Monte Carlo. Y del artículo de La Jiribilla apenas queda una referencia en Google que remite a una página vacía.
