Cientos de migrantes cubanos recluidos en el centro de detención conocido como Alligator Alcatraz, en Florida, protagonizaron una protesta colectiva dentro de la instalación para denunciar lo que describen como condiciones degradantes de encierro y un limbo migratorio que se prolonga sin respuestas claras.
Videos difundidos por la periodista Tania Costa, de Cibercuba Noticias, muestran a grupos de detenidos gritando “libertad” desde áreas internas del complejo, en una escena que rápidamente se extendió por redes sociales y volvió a poner el foco público sobre ese recinto.
Según el relato publicado, el detonante inmediato habría sido un incidente en el comedor, donde un detenido de edad avanzada fue presuntamente golpeado por guardias tras quejarse por la mala alimentación. Esa versión, que circula entre familiares y personas con contacto con los internos, alimentó la indignación y desembocó en una manifestación que, de acuerdo con los testimonios recogidos, pretendía forzar atención sobre presuntos abusos, restricciones y demoras en la tramitación de casos.
El episodio ocurre en un contexto de litigios y cuestionamientos públicos alrededor de Alligator Alcatraz, una instalación ubicada en una zona remota de los Everglades, criticada por organizaciones y abogados por el acceso limitado a representación legal y por denuncias de trato inhumano. En los últimos días, además, un juez federal rechazó una petición urgente para cerrar el centro mientras se tramita una demanda, al considerar que el solicitante no alcanzó el estándar exigido para una medida extraordinaria, aunque el proceso judicial continúa, destaca AP News.
La protesta de los cubanos, tal como fue documentada, no solo expone la tensión dentro del recinto, sino también la fractura que se activa fuera.
Para muchas familias, los videos funcionan como prueba de vida y como señal de que el encierro no está siendo silencioso. Para otros, esas mismas imágenes provocan incomodidad y reabren una discusión recurrente dentro de la comunidad cubana: por qué la capacidad de organizarse y protestar aparece ahora, en un centro de detención en Estados Unidos, y no cuando esos mismos protagonistas vivían en Cuba.
El intercambio, visible en comentarios y en otras publicaciones, no discute tanto los hechos como el momento y el lugar en que ocurren. En ese cruce de lecturas —apoyo, reproche, sospecha— el título de esta nota no es casual. “¡No aguantaron más!” no describe solo una protesta dentro de Alligator Alcatraz, sino que recoge, a modo de eco y de anzuelo, el tono de una comunidad que vuelve a dividirse al mirarse a sí misma, incluso cuando la escena sucede lejos de la isla.



















