En un mundo donde ser uno mismo a veces cuesta demasiado caro, la cantante cubana Musteerifa volvió a conmover a sus fans al hablar sobre su identidad con una mezcla desarmante de fuerza y vulnerabilidad. En una entrevista que se volvió viral, la artista no solo habló de su orientación sexual, sino también del vínculo irrompible con su hija.
Yaira Mustelier Laime, nombre real de Musteerifa, sabe que ha ido ganando terreno como una de las nuevas voces más prometedoras de la escena urbana en Cuba, por lo que ha elegido mostrarse sin filtros. “Me siento como un hombre, pero para mi hija soy su mamá”, confesó con una calma que solo tienen quienes han peleado muchas batallas internas.
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El centro de esta historia es su hija. Esa personita que, según Musteerifa, le da sentido a todo. En sus palabras, no había ambigüedad. “Mi hija no tiene por qué saber lo que hago con mi pareja. Ella me dice mamá, o como quiera decirme. Yo soy su mamá”. Un amor sin etiquetas. Una maternidad que desafía estereotipos y se planta con dignidad frente a los prejuicios.
Lejos del cliché de la madre abnegada o de la artista distante, Musteerifa combina ambas identidades con una autenticidad que conmueve. Con lágrimas en los ojos, habló del deseo profundo de que su hija tenga todo lo que ella no tuvo. “Me hace muy feliz que mi hija lo tenga todo”, dijo.
En un momento especialmente emotivo, soltó una frase que ha generado conversación: “Me encantaría que no fuera como yo [que le gustaran los hombres], porque este mundo es un poco difícil”. No se trata de rechazo, sino de protección. Un deseo que nace del amor: evitarle a su hija los rechazos, las miradas, los silencios incómodos.
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Lo que dijo Musteerifa no solo tocó corazones, también despertó el aplauso de colegas de la música. Yomil Hidalgo, uno de los grandes nombres del reguetón en Cuba, no tardó en pronunciarse: “¡Qué dura, asere! Mucha madurez y sentimiento en su respuesta… la vida te tiene preparada grandes cosas”.

Y es que en una industria donde la imagen lo es todo, hay quienes prefieren esconder lo que sienten. Pero Musteerifa hizo lo contrario. Al exponer sus emociones, no solo ganó respeto: se humanizó -una vez más- ante su público.