El ex corredor olímpico Leandro Civil, entrenador de Ana Fidelia Quirós desde sus graves quemaduras, murió este lunes a los 77 años.
Civil, quien reinó en los 800 metros junto a Luis Medina antes de la confirmación mundial de Alberto Juantorena, había sufrido un importante deterioro de salud tras un derrame cerebral que le afectó su movilidad . El accidente cerebrovascular lo obligó a moverse en silla de ruedas desde hace casi una década, dijo a Cuballama una fuente cercana al ax atleta.
El oriundo de Puerto Padre, Las Tunas, fue semifinalista en las dos vueltas al óvalo en los Juegos Olímpicos de Montreal 76 mismos donde Juantorena se ganó el mote de «El Caballo» por su doblete en 400 y 800 metros record mundial incluido.
Un año antes Civil fue subcampeón en los Juegos Panamericanos de México 1975 cuando Medina ganó el oro.
En 1974 durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe en República Dominicana, Civil había ganado el oro y Medina la plata. Era el primer titulo para Cuba 44 años después que en los II Juegos en La Habana 1930 su coterráneo Darío Alvarez consiguió triunfar en la pista del estadio de La Tropical.
Ya como entrenador, tras su retiro, aceptó manejar a Ana Fidelia Quirós en su «resurrección» y logró suceder con gran éxito al reconocido técnico Blas Beato en circunstancias bien diferentes pues sería parte importante en el proceso de rehabilitación como estrella atlética de la semifondista oriental, a quienes poco le daban opciones para volver a la pista.
El 22 de enero de 1993, seis meses después de haber conseguido la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona, Ana Fidelia estuvo a punto de morir tras las graves quemaduras sufridas en su hogar tras un incidente doméstico. Estaba embarazada de siete meses, y su hija, a la que ella ya había nombrado Javiana Fidelia todavía en su vientre, falleció unos días después de nacer, pese a los esfuerzos de los médicos. El campeón olímpico Javier Sotomayor fue testigo presencial de la tragedia.
De la mano de Civil, la Tormenta del Caribe, como llamaban a la increíble corredora, y con las huellas aún frescas en su piel y en su rostro de las cicatrices de las intervenciones quirúrgicas a las que fue sometida, ganó plata en los Juegos regionales de Ponce 93, conquistó sus primeros oros en Mundiales en Gotemburgo 1995 y Atenas 1997, y se agenció la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
«Fue y será por siempre un gran entrenador, con una visión en todos los sentidos. Fue mi amigo y también como mi padre, él me decía que era su tercera hija», comentó a JIT Ana Fidelia.
«Aprendí mucho junto a él, no solo desde el punto de vista de los entrenamientos, también en mi vida personal porque siempre fue un guía atento a todos mis movimientos y decisiones», confesó sitio oficial del Inder.
